Opinión

“In memoriam”

07/01/2013 |02:05Beatriz Paredes Rangel |
Redacción Querétaro
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Soy muy apegada y entusiasta difusora de una canción: “Honrar la Vida”, con autoría de la argentina Eladia Blázquez, y que escuché originalmente en una espléndida interpretación de Mercedes Sosa. El tema concluye:

“Eso de durar y transcurrir,

no nos da derecho a presumir,

porque no es lo mismo que vivir,

honrar la vida.”

Pedro Ojeda Paullada honró la vida. Siempre construyó.

Construyó una familia. Construyó sólidas amistades. Coadyuvó significativamente a la construcción del México del siglo XX, en el que jugó un papel protagónico, de manera constante, en las últimas tres décadas del mismo.

Abogado. Amigo. Abogado. Esposo. Abogado. Padre. Abogado. Funcionario Público. Político. Abogado. Maestro de la Facultad de Derecho de nuestra emblemática UNAM.

Hay muchas cosas que resaltar de la fructífera biografía de Pedro Ojeda. Me faltaría espacio en esta página editorial. Me referiré exclusivamente a su convicción a favor de las mujeres, a su conducta —tanto en la vida pública como en el ámbito privado, personal— de promoción del desarrollo y la participación, en condiciones de equidad, de las mujeres.

Compañero y cónyuge de una destacada profesionista, licenciada en Derecho, Olga Cárdenas, quien fuera magistrada en el DF.

Consistente, en la vida pública el licenciado Ojeda Paullada impulsó siempre la participación femenina. Desde 1975, cuando se comprometió a cabalidad con los Acuerdos y Planteamientos de la Primera Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre los Derechos de la Mujer, celebrada en México, hasta su actuación en sus últimas responsabilidades públicas. Muchas mujeres de la política mexicana le deben el haber tenido su primera oportunidad, o su primer momento relevante, o el respaldo definitorio que consolidó sus carreras en la política, en la administración pública, en la judicatura, o, simplemente, la presencia solidaria del compañero, la recomendación pertinente del jefe. El acompañamiento generoso del amigo. Tuve oportunidad de trabajar un breve lapso con él, y fue una gran enseñanza.

Muy conmovedor fue para mí observar al licenciado Pedro Ojeda, en condiciones de salud precarias, en silla de ruedas, con su enfermero, acompañar, amistoso y generoso como él sabía serlo, a la licenciada María del Carmen Alanis, cuando recibió la presea a La Mujer del Año en el Museo de Antropología.

Allí, don Pedro, presente. Amigo, sencillo, generoso. Cuando en la estulticia cortesana algunos “ayudantes” lo pasaron a la segunda fila del auditorio, pensé en cuánta ignorancia hay sobre las biografías, sobre las trayectorias. Sobre los verdaderos valores. Ese día tuve el presentimiento de que se iría pronto.

Recupero una anécdota que recordarán sus colegas de la 55 Legislatura. Era entrada la noche, y en lo álgido del debate sobre las reformas al Cofipe que incorporaban por primera vez el tema de las cuotas de género a ese instrumento jurídico, debate en que casi la totalidad de exponentes en la tribuna habían sido mujeres, don Pedro solicitó intervenir en favor del dictamen.

Sí. Don Pedro Ojeda Paullada. Abogado. ExProcurador de Justicia del Distrito Federal. Ex coordinador del Año Internacional de la Mujer de la ONU, en 1975. Ex procurador General de la República. Ex secretario del Trabajo. Ex presidente del PRI. Ex secretario de Pesca. El legislador solicitó, con humildad, hacer uso de la palabra para, una vez más, ser congruente con lo que apoyó en el curso de su vida. Al intervenir, tuvo un dislate, utilizando el género femenino diciendo “nos unamos todas”, lo que provocó la hilaridad de algunos de los legisladores presentes en la sesión. Aunque don Pedro salió del trance con habilidad y precisión, —aclaró: “me refiero a todas las personas”—. Quiero decir, en su honor, que su hombría de bien y su condición de caballero y varón no desmerece de ningún modo al aplicarle el vocativo de “las” o de “todas”. Fue mucho más solidario con las mujeres que muchas mujeres, y muchas mujeres nos enorgullecemos enormemente de haber aprendido con él, y de él.

Es verdad, Pedro Ojeda Paullada vivió a plenitud, y su existencia, honró la vida.

Embajadora de México en Brasil