Los mexicanos estamos viviendo tiempos inéditos, y eso me gusta. Como nunca, tendremos en nuestras manos la decisión de quién gobernará México los próximos seis años.

Para los que ya somos mayores sabemos lo que está en juego, y una vez más probaremos el grado de madurez de nuestra democracia, al canalizar nuestra decisión colectiva, que será nada menos que la distribución de más de tres mil quinientos cargos públicos a nivel nacional, en los tres niveles de gobierno.

Para los jóvenes que votarán por primera vez, su experiencia no podría llegar en mejor momento, a ellos debemos orientarlos y advertirles del alcance que tiene esta poderosa herramienta, que es el voto libre y secreto. Poderoso voto, que estará en disputa. Es preciso conversar con ellos, para que dimensionen lo que está de por medio. Algunos de ellos, aún no habían nacido cuando algunos candidatos a la Presidencia de la República, ya eran activos postulantes en sus propios partidos, y cuando lo fueron no obtuvieron la aceptación nacional.

En esta elección de 2018, nada será igual. Como familia o comunidad nos exigirá a estar unidos. Pronto, tendremos que reunirnos, valorar lo que tenemos, y mirar hacia el futuro. Nunca estaremos satisfechos del grado de desarrollo alcanzado de nuestro país. Pero eso no significa perder o retroceder, y pensar que el pasado fue mejor. Probado está, el presente es mejor, y nuestro futuro puede ser superior si tomamos decisiones asertivas.

No hay tiempo para mirar por el retrovisor, el mundo vive una incertidumbre global, y en nuestro país, con un arranque de la sucesión presidencial, los candidatos se han polarizado peligrosamente hacia dos extremos: derecha o izquierda.

Ante esta polarización, debemos asegurarnos, que nuestro voto lo obtenga quien nos presente el mejor proyecto de un país armónico, seguro, eficiente y proteja mejor nuestros derechos constitucionales que hoy disfrutamos.

Con José Antonio Meade tenemos a un hombre de gran sensibilidad social, de gran preparación académica y que como funcionario conoce la economía y las finanzas públicas como nadie. Con él tendremos una relación segura con la planta productiva nacional, y más aun con la internacional, que ha instalado plantas de gran calado y que genera millones de empleos. Los hombres de empresa confían en el doctor Meade, porque habría certeza en consolidar el sector exportador que hoy distingue a México y que a la vez derrama enormes recursos a la economía interna.

No existe comparación entre los candidatos. Los ubicados en los extremos, realmente son poco confiables, por sus conocidas trayectorias.

En cambio, el candidato ubicado en el centro, el doctor Meade, se ha encargado de construir un perfil de hombre de Estado, con visión de estadista. Eso es muy fácil de comprobar, si analizamos su trayectoria como secretario de Relaciones Exteriores, o de Desarrollo social, y finalmente como titular de Hacienda —en dos sexenios, con partidos distintos— dependencia pública por demás complicada, donde demostró capacidad y un manejo responsable para la marcha estable de la economía del país.

En suma, consolidar y defender lo que hemos alcanzado como país libre y democrático es una misión de todos. Un malestar social, mal encaminado podría conducirnos colectivamente a un abismo. No votemos con odio, votemos con inteligencia. Los candidatos serán seguramente, las mismas opciones al amanecer del primer domingo de julio.

Nuestro voto debe ser para el candidato que no nos provoque al otro día una cruda moral, como les pasó a nuestros vecinos del norte con Donald Trump, y que ahora ya no saben qué hacer con él. Estamos a tiempo de analizar detenidamente las opciones y así no votar enojados, sino alegres y motivados para orientar a nuestro país hacia un mejor futuro.

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