El 10 de mayo debe ser un día de reflexión sobre el significado que como sociedad damos a la maternidad y el impacto que esto tiene en nuestras vidas.

Quiero felicitar de manera extemporánea a las mujeres que tuvieron la enorme fortuna de ser madres de hijas e hijos, biológicos o adoptivos, como un acto de autonomía, porque pudieron elegir el tiempo más propicio para crecer como familia y por contar con los recursos y las condiciones necesarias para maternar de manera plena. Su experiencia nos enseña que, cuando existen las oportunidades de educación, salud, vivienda, empleo y goce de derechos, es posible elegir y elegir va de la mano del libre desarrollo de la personalidad, de la libertad y de nuestro plan de vida.

Abrazo a las mujeres que asumieron la maternidad como una imposición de una sociedad que les impidió el derecho a decidir sobre sus cuerpos y a las que hoy enfrentan el estigma social de educar sin compañero debido al abandono; a las que encabezan familias en condiciones precarias; a las que fueron madres siendo niñas y a las que viven consecuencias irreversibles en sus cuerpos porque fueron obligadas a gestar cuando su salud y sus vidas corrían peligro.

Envío mi cariño a todas las mujeres —lesbianas, trans y heterosexuales— que ejercen la maternidad en el amor y en el respeto y a las que, sin tener un vínculo jurídico, son mamás de hijos e hijas a quienes aman, protegen y cuidan.

Mi deseo para todas las madres de México es que vivan en hogares libres de violencia y asimetrías de poder. Deseo que los estereotipos y roles de género desaparezcan y que todas puedan realizarse plenamente, lejos de presiones sociales que les achacan la responsabilidad de la crianza y el cuidado de manera casi exclusiva. Deseo que el Estado reconozca la deuda que tiene con las niñas a las que niega educación sexual integral y a las que no protege del abuso, con las que son violentadas en clínicas y hospitales al momento de parir y con las mujeres adultas mayores que dedicaron sus vidas a cuidar a otras personas y hoy están sumidas en la pobreza.

Deseo que la maternidad sea siempre elegida, que sea siempre deseada; que deje de ser impuesta como castigo a las más jóvenes, a las más pobres y a las más vulneradas. Deseo que quien quiera ser madre pueda serlo sin limitaciones y que quien no desee ser madre pueda ejercer ese derecho con plena libertad.

Pero sobre todo deseo que a las mujeres se nos vea como personas completas y multidimensionales con aspiraciones personales que van más allá de nuestra capacidad reproductiva. Deseo que las políticas públicas se centren en garantizar el derecho de estudiar, trabajar y maternar a las que así lo quieran. Deseo que no se nos castigue, que no se nos condene por no cumplir con los estándares impuestos por una sociedad machista y misógina que se cree con el derecho de juzgar quién es y quién no es una buena madre.

Deseo a todas una maternidad libre e informada. Un plan de vida. Un deseo cumplido.

Directora Regional de CELAPAZ 
e integrante de la Red Nacional de Alertistas.  Twitter: @mcruzocampo 
Fb: maricruz.ocampo

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