México ya logró alcanzar el primer lugar global en decesos en el personal de la salud. De las 7 mil personas del sector salud que han muerto alrededor de el mundo, tristemente 1,410 pertenecen a nuestro país. Personal dedicado a sanar, cuidar y limpiar los espacios hospitalarios que han perdido la vida intentando salvar la vida de los otros.

Edith Olivares, Jefa de unidad de Derechos Humanos de Amnistía Internacional México, confirma también que dentro de este mismo sector en México hay más de 104,509 personas contagiadas.

¿Qué estamos haciendo mal para que esté muriendo el cuidador?

A simple vista, la falta de recursos en equipo de protección provoca que ni el personal médico ni el personal de limpieza pueda trabajar en condiciones óptimas para cuidar de su propia salud mientras buscan recuperar la de los enfermos.

Nos encontramos en ese terrible momento de la pandemia en donde los números perdieron su peso. Más de 67,000 muertos y medio millón de contagios no han podido combatir el doble mensaje de las autoridades.

En un editorial del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, se plantea que en una capa más profunda, el problema se intensifica por mensajes enviados por las autoridades en los que se minimiza el reto. Escuchar que “la curva se está aplanando” o que “ya domamos la pandemia” provoca que la gente se confié, salga sin precaución y no use correctamente el tapabocas.

Según Max Saldana, Coordinador de este centro, todavía queda una esperanza. El objetivo debería ser disminuir los contagios en lugar de seguir preocupándonos por la saturación hospitalaria. El uso adecuado del cubrebocas, más la sana distancia pueden ser esenciales para lograr una disminución de las cifras de muertes y contagios.

Está también la aplicación de pruebas para tener una detección temprana de los asintomáticos. Hacer conciencia de que las personas que no presentan síntomas son el doble de los contagiadas, ayudaría a frenar la pandemia. Incrementar las pruebas para conocer quiénes son, también. Ellos son los súper propagadores, por lo que la estrategia de pruebas debería estar dirigida a este grupo. Esa es la verdadera luz que se vislumbra para bajar la curva, cuidar a los que nos cuidan y evitar más muertes por Covid-19.

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