Llegó la primavera y con ella, se siente más el calor y se respira más el polen.

El aumento en la temperatura lo podemos percibir en las marcas de sudor sobre la ropa, y el incremento de polen, por las alergias en las personas que le rodean, o – como en mi caso – en su propia nariz.

Debido a la floración de varias especies de plantas, que elegantemente conocemos como “angiospermas”, obtenemos un deleite sensorial – visual por las flores y gusto por los frutos – pero también, repercusiones a la salud.

Más polen, resulta en mayor cantidad de alérgicos comprando loratadina y ¿mayor tasa de contagios por SARS-CoV2? La relación ha sido reportada este mes por la revista científica PNAS.

Para el estudio, los autores usaron 130 estaciones de análisis en 31 países, mayoritariamente europeos.

Inicialmente, se buscaba monitorear el polen durante el inicio de la primavera para estudiar su impacto en la salud, sin embargo, se atravesó la pandemia y esto les permitió orientar su exploración hacia la SARS-CoV2. Así, los autores reportan que cuando se analizan los cambios en la concentración de polen en aire, se explica el 44% de los cambios en contagios reportados. E incluso, indican que 100 granos de polen por metro cúbico de aire concuerdan con un aumento de 4% en los contagios reportados.

Pero la primavera en nuestro hemisferio, no representa la totalidad del globo. Al respecto, el investigador de correspondencia de este artículo Athanasios Damialis, dijo para el diario El País que han encontrado la misma correlación durante la primavera austral (que inicia en septiembre en el hemisferio sur), aunque no ha sido reportado.

Aunque no se presentan datos experimentales del proceso fisiológico que resultaría de la interacción de las mucosas nasales con la susceptibilidad del virus, hipotetizan que el polen, seas alérgico o no, provoca una reacción celular que disminuye la cantidad de interferones antivirales, provocando así una mayor probabilidad de contagio.

Entonces, ¿nos ponemos a medir polen para saber que tanto va a subir o bajar la tasa de contagios? No necesariamente.

En primer lugar, no se establece una relación directa del mecanismo de infección, como aspecto fisiológico. Es decir, no se está retando la susceptibilidad que tienen las células con polen y sin polen, cuando se les enfrenta al virus. Lo que se está estableciendo es una relación matemática que no necesariamente corresponde a causa y efecto inmediato, sino a tendencia del polen en aire en comparación con la tasa de contagios.

Además, recordemos que la concentración de polen en el aire explica 44 de cada 100 eventos de variaciones en tasa de contagio y con ello "no pueden asegurar cosas como por cada 100 polen/m3 que aumente la concentración de polen, aumentará 4% la tasa de infección. Eso ya no es asegurable, e incluso muy probablemente falso", dijo el Dr. Jacobo Paredes-Garcia, investigador en la Universidad
Autónoma de Querétaro.

Bueno, entonces no, no incendiemos el polen – aún – pues se necesita más investigación para sostener los planteamientos que se reportan. Y recuerde usar cubrebocas, porque si luego se descubre una relación más estrecha sobre el polen, ya lo habrá prevenido. Es más: si de todos modos usted tiene alergias, seguramente ha sido un año que le ha provocado replantear el uso cotidiano del cubrebocas, aunque la pandemia termine. Porque sí va a terminar, ¿verdad?

@chrisantics

Fuentes:

Damalis, A. et al., “Higher airborne pollen concentrations correlated with increased SARS-CoV-2
infection rates, as evidenced from 31 countries across the globe” PNAS, 23 marzo 2021. Disponible en
https://doi.org/10.1073/pnas.2019034118

Criado, M. A. (18 de marzo 2021). “Los contagios por coronavirus aumentan cuanto más polen hay en el
aire, según un estudio” El País. Disponible en http://bit.ly/3lvR7h5

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