Más del 50% de los habitantes de este país son mujeres, sin embargo, muchas de ellas no cuentan con las condiciones de igualdad para participar en todos los ámbitos donde se toman las decisiones económicas, políticas y sociales de nuestra comunidad nacional. Y, entonces, mi pregunta es: ¿Qué futuro se está construyendo, cuando se deja fuera a más de la mitad de la capacidad creativa, de trabajo y de inteligencia en este país?

De acuerdo con datos de la OCDE, cuando la mujer participa más en el mercado laboral se produce un crecimiento económico a una mayor velocidad. Y se ha demostrado, igualmente, que cuando aumenta el ingreso de las mujeres, los patrones de gasto en las familias se modifican para beneficiar el desarrollo de las hijas e hijos.

Por su parte, el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) estima que para 2030 el PIB de nuestro país podría aumentar  15%, en relación con el de 2020, si los sectores público y privado sumaran a 8.2 millones de mujeres durante los próximos 10 años. Es decir, que promover la igualdad entre mujeres y hombres tendría un efecto mayor en nuestra economía que la firma de un tratado comercial, el aumento de exportaciones y la atracción de inversión extranjera. Todo junto.

Hace casi 60 años, Martin Luther King afirmó que una Constitución que promete igualdad, libertad y justicia, puede terminar siendo un “cheque sin fondos”, cuando esos derechos no se materializan en oportunidades para la vida diaria.

En México no se pretende entregar un cheque sin fondos a las niñas y mujeres mexicanas. El país tiene que lograr que los derechos de las mujeres que están reconocidos en los tratados internacionales, en la Constitución y en las leyes, sean efectivamente ejercitables y garantizados y sean una realidad material para todas las mujeres.

Como sociedad, tenemos que seguir trabajando para hacer realidad la promesa de una nación donde las mujeres pueden participar y desarrollarse con las mismas oportunidades y derechos que los hombres. Es de simple justicia reivindicar el papel protagónico que las mujeres han desempeñado siempre en nuestro país, para que ninguna niña o mujer se vuelva a quedar sin desarrollar todas sus facultades.

Falta todavía camino por recorrer. Nos corresponde a todas y a todos apurar el paso para conquistar plenamente la igualdad de género. Porque es verdad que la mujer y el hombre son iguales ante la ley, pero para romper el techo de cristal que evita que esta norma se convierta en realidad, debemos hacer algo desde nuestro ámbito personal y desde nuestro entorno laboral, familiar o educativo. Debemos evitar estereotipos de género, tener cero tolerancia para cualquier tipo de violencia hacia la mujer, rechazar las estructuras jerárquicas regidas por reglas masculinas y no por méritos, y en general, combatir cualquier caso de inequidad.

Hemos avanzado en este tema, pero siguen existiendo grandes rezagos y deudas por pagar a las mujeres. Porque si eliminamos las barreras visibles e invisibles para que ejerzan libremente sus derechos, puede haber oportunidades de desarrollo para ellas; pero si no tienen un acceso libre a éstas, es como si no existieran.

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