¿En qué país vive el presidente? nos preguntamos muchos tras escuchar su mensaje con motivo de su IV Informe de Gobierno. Con el mismo desenfado de las mañaneras suelta cifras falsas que ocultan la realidad del país.

Así, con más de 60 mil falsedades, mentiras, imprecisiones, errores, información no corroborable, buenos deseos, falacias y manipulaciones, el presidente hizo de su obligación de informar a la nación, una más de sus acostumbradas mañaneras: un ejercicio de propaganda ideológica que ha dañado la percepción de amplios sectores de la población que pese a ser afectados por la realidad, aún creen en lo que él dice.

Sin novedades, con un esquema semejante a las mañaneras o a los 14 balances trimestrales que anteceden a este IV Informe de Gobierno, el presidente pontifica los mismos engaños que más gustan y aplauden sus seguidores.

Precedido el mensaje de una fallida campaña de 13 spots titulados “No somos iguales”, para diferenciar los resultados de este gobierno con los de sus predecesores, en economía, ataque a la corrupción, salud, seguridad, obras magnas, entre otro; provocó la respuesta contraria: “no son iguales, son peores”.

Aunque los amlovers afirman que ha logrado el 99% de sus promesas de campaña: reglas claras, libertad de expresión, apoyo a la ciencia y a la investigación, acabar con la violencia, crecimiento anual por encima del 4%, acabar con la corrupción y los privilegios, garantizar el derecho universal a la salud, mantener la separación de poderes, agilizar y transparentar las compras gubernamentales, defender el Estado de derecho, etc.; la realidad nos dice que todas ellas siguen siendo materias pendientes.

Los analistas no dejan de señalar indicadores como 3.8 millones de nuevos pobres; 20 millones de personas que no han recibido los medicamentos prescritos; 15 millones de personas que perdieron el acceso a la seguridad social; 130 mil víctimas de la violencia; más de 30 mil personas desaparecidas; 11 feminicidios diarios; el retorno a la ineficiencia y corrupción estatista; la militarización de amplios sectores del gobierno; la destrucción del sistema educativo, etc.

Preocupa que el Presidente no viva en la realidad y sea insensible a ella; que acuse al neoliberalismo de causar los daños que afectan a la nación, y aplique las mismas recetas neoliberales a la economía. Y también, que amplios sectores de la sociedad se hayan contagiado del “miente que algo queda” y vivan en el engaño pese a también ser víctimas de los errores, omisiones o incompetencias gubernamentales. Es asombroso que mientras el 83.2% de la población percibe que en este gobierno hay corrupción; el 43% diga que la economía está peor que antes; o el 45.1% perciba también que la inseguridad está peor que antes, sigan aplaudiendo al presidente.

Llama la atención que quienes criticaban a Peña Nieto de corrupto, sean los mismos que justifican o niegan la corrupción de cercanos y familiares del presidente; que se quejen de los muertos de la guerra contra la delincuencia de Calderón y no digan nada de que hoy hay muchas más víctimas que antes (se estima que podrían llegar a 220 mil al final del sexenio, si no se hace algo eficiente para resolverlo).

Sin duda, han sido un éxito muy redituable las más de 90 mentiras diarias durante más de 910 mañaneras. Este es el país donde vive el presidente, aunque no sea el México real. ¿Dónde quedó aquello de no mentir?

Periodista y maestro 
en seguridad nacional

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