El consumo de marihuana implica la presencia de diversas caras de violencia, y no solo de la denominada narcoviolencia. Por lo tanto, la “pacificación” que promete el próximo gobierno federal debe considerarlas a todas ellas antes de tomar la decisión de despenalizar la siembra, cultivo, comercialización y consumo lúdico de la marihuana. Entre las muchas caras de la violencia tenemos las siguientes:

1.- Daño a la salud física y emocional del consumidor. Está científicamente comprobado que el consumo de marihuana no es inocuo a la salud. Los daños que produce al cuerpo humano son diversos y su magnitud depende de la intensidad del consumo, como ocurre con el alcohol.

Por cierto, comparar el daño a la salud que hace la marihuana con el daño que hacen otras drogas es por demás absurdo. Pretender justificar el consumo de marihuana con el argumento que el alcohol o el tabaco hacen más daño equivale a, por ejemplo, pretender justificar la golpiza a una persona con el argumento de que pudo haber sido asesinada.

2.- Deserción escolar. Por diversas razones, generalmente, la falta de interés, el consumidor de marihuana menor de edad abandona la escuela cuando el consumo se acentúa. Deserción escolar que se traduce en llevar a dicho menor de edad al círculo de la pobreza (no estudios, no buenos salarios).

3.- Pérdida de empleo. El consumidor de marihuana, por diversas razones (la tolerancia es una de ellas), suele incurrir en el consumo de otras drogas que finalmente lo llevan a no presentarse al trabajo por no estar en condiciones para hacerlo, por perder el interés, y por provocar accidentes y/o riñas al interior del centro de trabajo.

4.- Consumo de otras drogas. Se ha detectado que un menor de edad que consume marihuana es con mucho más propenso a consumir otro tipo de drogas. La experiencia nos dice que de seis consumidores de marihuana, cinco consumirán una segunda droga y cuatro hasta una tercera. La razón de ello pudiera estar en el hecho de que la marihuana produce tolerancia.

5.- Violencia intrafamiliar. Es indispensable tener presente que el consumo de marihuana por parte de un integrante de la familia generará un daño proporcional al nivel de su consumo. Entre los daños están los siguientes:

a) Daños físicos a terceros. Aún cuando el fumar marihuana “tranquiliza” al consumidor y digamos “lo vuelve pacífico” también es cierto que en un primer momento la persona se desinhibe y con ello se presentan conductas agresivas en las que no incurriría si no consumiera.

b) Daños económicos. Lamentablemente encontramos que el consumidor suele gastar, en adquirir la marihuana y otras drogas, dinero que debiera utilizar en atender otras necesidades como son los estudios de los hijos (recordemos que la principal causa de la deserción escolar de los menores de edad es la falta de recursos).

c) Robos al interior del hogar por parte del integrante consumidor. Robos que finalmente le permitirán tener el dinero para comprar droga.

Fuente de los Deseos. Ojalá que los promotores de la despenalización de la siembra, cultivo, comercialización y consumo lúdico o recreativo de la marihuana sean lo suficientemente honestos e inteligentes y valoren adecuadamente todas las consecuencias de ello. Ojalá lo hagan reconociendo la realidad del país, de su gente y de sus instituciones.

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