Entre el equipo de Margarita Zavala circula una encuesta que hace levantar cejas, quizá por lo generoso que trata a la aspirante independiente o quizá porque los números podrían chocar con el sentido común, para presidente de la República, ante la pregunta ¿por cuál de los siguientes candidatos votaría?, las respuestas son:

1. López Obrador, Morena, 29.4%

2. Margarita Zavala, Independiente, 19.4%

3. Ricardo Anaya, PAN PRD MC, 15.5%

4. José Antonio Meade, PRI, 11.8%

En otro escenario, con Miguel Ángel Chong como candidato del PRI, los números son aún más generosos, colocando a AMLO a la cabeza con 33.2% y, casi once puntos abajo, en segundo puesto, Zavala con 22.6%.

Lejos de que en política todo, absolutamente todo, puede terminar por suceder, las cuentas alegres de los encuestadores parecieran no cuadrar con la realidad nacional en torno al sistema electoral mexicano. Empero a la apertura de las candidaturas de los independientes, ganar una elección presidencial requiere de una estructura nacional brutal en recursos económicos y humanos, Margarita Zavala genera simpatías entre la población general, ni duda cabe, pero hoy día carece de una estructura sólida que la impulse y cobije ante una competencia que, de entrada, cuenta con militantes de base que ya le generan a otros candidatos una jugada de saque con gran ventaja.

Dudo que la elección de 2018 termine por dirimirse entre cuatro propuestas, pareciera más bien que Margarita Zavala ha tocado ya el cenit de sus aspiraciones a Los Pinos con una renuncia que le provoca un duro golpe de legitimidad al Frente Ciudadano por México y más a Ricardo Anaya en la búsqueda de la candidatura más importante del movimiento.

Sin embargo, el golpe no parece mortal, el Frente y el mismo Anaya cuentan aún con un amplio trecho de tiempo y negociaciones para poder recuperarse y fortalecerse, inclusive, en los cálculos más exagerados en cuánto al daño electoral que podría causar la salida o virtual desbandada de sufragios de los calderonistas dentro del PAN, los números no rebasan el 20%, 25%, a lo sumo, de votos. Insisto, una buena sacudida pero aún nada para un velorio.

Jesús Silva-Herzog Márquez lo apunta muy bien ayer en su artículo de opinión; ante la renuncia cuestiona: ¿no había opciones responsables y sensatas dentro de su partido?, ¿No habría sido más congruente con su biografía y su ideario? Contribuir a la reelección del PRI no parece la más satisfactoria de las jubilaciones.

Quiera o no quiera, la decisión de Zavala ayuda, en su división del voto, a los candidatos que dependen de su base militante para ganar, más claro: Zavala con su renuncia, ciertamente legítima, termina apoyando a López Obrador y al candidato del PRI, sea quien sea.

DE COLOFÓN.— Podría ser que algún independiente terminará en algún punto de 2018 por declinar, pero no por otro independiente, sino a favor del candidato del PRI que no sea del PRI.

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