De acuerdo con la información emitida por el Instituto Nacional Electoral, hasta el día de hoy la ex militante panista Margarita Zavala es la candidata independiente a la Presidencia de la República que estará en las boletas electorales el próximo 1º de julio, lo que representa un nuevo factor que condicionará, directa e indirectamente, la actuación de candidatos y alianzas electorales.

Mientras Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, y Armando Ríos Piter, El Jaguar, siguen en la lucha por acreditar la validez de las firmas para la obtención del registro, Margarita ya lo hizo, a pesar de que se le eliminaron 212 mil 198 fotocopias por resultar inaceptables.

Conforme a sus circunstancias reales —más allá del grito de celebración “¡Vamos por la Presidencia”—, deberá enmarcar, con una mejor estrategia de la observada si de verdad quiere convertir esta oportunidad en un referente de construcción sociopolítica.

Ahora, todavía con la emotividad por lo obtenido, insiste en recordar que se le cerraron las posibilidades de competir en el PAN, donde se excluyeron y amenazaron a los panistas que la apoyaban, y asegura que sostiene una visión ciudadana; de hecho, en su colaboración para EL UNIVERSAL: “Estoy lista para la siguiente batalla [...] Es probable que seamos 4 los candidatos a la Presidencia de la República. Enfrentaré como candidata independiente a tres hombres que comparten una forma de hacer política: el priísta por conveniencia (Meade), el priísta por hábitos (Anaya) y el priísta por nacimiento (López Obrador). Y haré una campaña que ofrecerá a México valor y valores”.

Sus posibilidades iniciales de éxito electoral son mínimas; sin embargo, encuentra un gran espacio político ante las inconsistencias y contradicciones que se observan en sus contrincantes.

Cierto es que varias presentaciones y posicionamientos se han notado descuidados, y seguramente habrá de mantener una posición antisistema (particularmente contra el gobierno peñista-PRI); enfrentará a López Obrador y Morena, además del Frente y, sin duda, enfocará parte de sus baterías contra Anaya. No obstante, quizás la parte más interesante resida en la propuesta que logre articular y diferenciar —si lo hace— ante los demás competidores.

Ha habido diversos señalamientos respecto al rol que podría desempeñar, sobre todo ahora que estará en la boleta. Anteriormente, por ejemplo, cuando renunció al PAN, Anaya dijo que se trataba de una decisión equivocada y que “sólo le beneficia al PRI, ese PRI que no merece otra oportunidad porque le ha fallado a México”. Aunque Zavala señaló: “Me voy sin rencor. No tengo más que palabras de agradecimiento para el PAN. Aquí crecí y aquí he pasado la mayor parte de mi vida. Me llevó al PAN en el corazón y siempre seré panista”.

En este sentido, una de las interrogantes que se comenta es si restará votos al Frente y a Anaya (considerando la participación de Acción Nacional) y, de ocurrir, en qué porcentaje. Asimismo, la disminución de votos a otros —los que pudiera quitar o ganar a los demás actores— en qué medida le beneficiará a ella y disminuiría a los afectados: si a ella le va bien, a quién o a quiénes les va mal.

Pero no tiene todas a favor debido; entre otras razones, el hecho de ser esposa del ex presidente Felipe Calderón y haber sido primera dama atrae críticas y señalamientos de las actuaciones de entonces. Pero, además, entre las vulnerabilidades que varios le atribuyen, están la falta de recursos y deficiencias de estructura y equipo.

En fin. Para aprovechar sus oportunidades tendrá que redefinir estrategias político electorales en medio de unos comicios tan complejos como decisivos.

Habrá que ver la actuación de una formalmente ex panista que se dice panista y que ahora ya tiene un lugar en la lucha electoral, lo cual —de alguna manera— influirá en la dinámica electoral rumbo a la Presidencia de la República.

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