Manuel Velázquez Hernández perteneció a una generación de mexicanos notables; una generación de hombres y mujeres solidarios que nunca se repetirá. Apostaron su vida a ayudar al prójimo en un México lleno de miseria y servir a los más pobres. Emplearon la herramienta más poderosa del siglo XX en innovación social para cumplir su meta: el modelo cooperativo.

No olvides este nombre: Manuel Velázquez Hernández. El padre Manuel es el fundador de las cooperativas de ahorro y préstamo en México. Hoy más de 10 millones de personas son socias de una caja popular y son parte de la llamada inclusión financiera, pero responsable y ética. En 1951 era un movimiento marginal que pretendía mejorar las condiciones de acceso a crédito y ahorro de los desposeídos, un sueño impulsado por su hermano Pedro. Juan Ángulo, Florencio Eguía y otros más los seguirían. En su oficina de Roma 1, de la colonia Juárez, de la Ciudad de México instruyó a miles de activistas sociales a recorrer el país y crear cajas populares con el afán de combatir el agio y usura, con un mensaje sencillo: si el pueblo se organiza para satisfacer sus necesidades financieras en una empresa de propiedad colectiva, saldremos adelante.

Hoy es fácil hablar de cooperativismo y conciencia social. En 1951 les llamaron ingenuos y comunistas por promover una economía social y solidaria para la gente. Hoy la Agenda 2030 promovida por las Naciones Unidas reconoce a las cooperativas en la creación de empleo digno, la participación a favor de la seguridad alimentaria y la erradicación del hambre, y el empoderamiento de la mujer como líder comunitario. En 1951 escribieron su propia literatura, su libro Amarillo, su periódico El Puente, diseñaron sus programas de capacitación. Hoy es fácil encontrar en las mejores universidades estudios de doctorado y posgrado dedicadas al cooperativismo, es una tendencia en redes sociales y un descubrimiento fantástico para los millennials. Manuel Velázquez Hernández, doctor en sociología, picó piedra en tierra bendita, desde las hermosas playas de Costa Chica, Oaxaca, a los Valles de Santiago, Guanajuato hasta la zona pesquera de Tabasco.

El padre Manuel expresaba en sus homilías ideas revolucionarias: respeto y justicia a los pobres, porque Cristo está a su lado hacia un futuro mejor; construir un camino a la liberación de los pueblos oprimidos; desarrollar organismos de solidaridad y de defensa de los derechos humanos. Con orgullo mostraba fotografías de Monseñor Arnulfo Romero, Samuel Ruiz, Moisés Coady y sus hermanos cooperativistas.
Hace unas horas, su sobrino Gabriel me llamó y dio la noticia. Manuel Velázquez Hernández falleció en casa de su hermana, “en un sueño tranquilo y cobijado por su familia” el 2 de marzo de 2020. Me cuenta que el padre viste en su lecho una “casulla”, un ornamento que usa el sacerdote durante la Santa Misa con el emblema del cooperativismo: dos pinos del mismo tamaño. Los dos pinos representan la vida, al ser dos simbolizan la hermandad. Dos es mejor que uno, estrechando los lazos de unión.

No olvides este nombre: Manuel Velázquez Hernández.  #PorUnCapitalEnManosDelPueblo.

@JUANP_DELEON
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