La certeza del dedazo ya sólo es privilegio de los proctólogos

Para el Frente Ciudadano por México —que pretende formar el primer gobierno de coalición de nuestra historia— apremia el método para elegir candidato presidencial… y a la Jefatura de Gobierno de la CDMX.

Por si fueran pocos los elementos dudosos en la breve historia de ese bloque opositor, Miguel  Ángel Mancera —el único de los aspirantes presidenciales sin credencial de partido— le quema el mantel a quienes ya parecen tener la decisión tomada.

Firme en su convicción por una selección conveniente y transparente, Mancera les dice a Alejandra Barrales, Dante Delgado y Ricardo Anaya que, si hubiera un  “dedazo” gandalla, no va a luchar esa batalla. Rafael Moreno Valle, pan con lo mismo que come Mancera.

Por andar de paseo en las nubes, los líderes del bloque opositor aún no aterrizan el método, aunque Anaya coincida con Mancera en que un “dedazo” para señalar al aspirante presidencial no sería inteligente; vagan por las praderas de la encuesta, pasean por los caminos de una selección por méritos, trepan laderas empinadas y asoman al desfiladero de una tómbola, como en Morena.  Abrirse a una consulta pública, nunca; primero blindarse antes que permitir al PRI meter la cola.

En el partido tricolor se queman las habas; la disciplina impone mando férreo y puño firme. En el PAN, Ricardo Anaya se sostiene con la entereza de un condenado a muerte. En el PRD, Alejandra Barrales intenta salvar obstáculos a pesar de la extinción inminente de su jefatura. En Movimiento Ciudadano, Dante se muerde la cola.

Como sea el “frente” es fórmula novedosa, impensada hace algunos años, cuando el pan era bolillo y el agua no se mezclaba con el aceite.

Ahora, las cosas ya no son así. Los señores se casan con los señores, tanto como señoras con señoritas; la izquierda sabe los afanes de la derecha y ambas enjabonan las manos en el mismo lavabo.

El PAN busca un matrimonio igualitario y el PRD hace lo posible por no abortar, mientras López Obrador, “bien y de buenas”, se mira al espejo, sonriente.

Por los rincones del otoño de vientos fríos se agitan las aguas calientes.

EL MONJE EXTRAVIADO: Cuando todos tenemos el mismo rostro, nadie tiene cara; tampoco identidad.

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