En otros tiempos, era muy usual utilizar las luces de bengala como un motivo de celebración  al representar la iluminación en muchas de las tradiciones en nuestro país, en especial las correspondientes a la temporada navideña, a la que ojalá se llegue en circunstancias más favorables. Siendo niños, sin medir el riesgo que implicaba la posibilidad de quemarnos o sufrir daños mayores, las conseguíamos con la única recomendación paterna de encenderlas solamente en el jardín de la casa y de una por una. En la actualidad, sin desaparecer del todo, se ha reducido considerablemente su uso por obvias razones.

Sin embargo, hay quienes las recordamos con la emoción del niño que llevamos dentro, hasta que encontrando esta fotografía en algún rincón de la memoria de mi disco duro donde guardo imágenes, me invadió una sensación distinta  y preocupante, que considero se debe a estos meses de confinamiento y a las noticias que uno encuentra en los múltiples medios de comunicación. Los temas sanitarios, económicos, políticos y sociales, parecieran equivalentes a las festividades donde se encendían estas luces, pero en lugar de iluminar y dar luz para celebrar, las chispas pueden encender ánimos y contrapuntear voluntades hasta provocar polarización, daños, violencia y un impresionante número de despropósitos.

Después de respirar profundamente durante varios minutos y tratando de encontrar un poco de calma, preferí verla con lo que motivó usar la cámara, como una luz, de esperanza y con chispas que iluminen la mente de todos, para que encontremos ideas positivas que por lo menos nos ayuden a aligerar las muchas dificultades de un tiempo por demás incierto y oscuro en este aún hermoso planeta donde habitamos los seres humanos, incluidos los de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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