Uno de mis editores siempre recuerda la escena con risa y no puede evitar contarla a todo aquel que me conoce, así que esta vez me le voy a adelantar y contar yo mismo la historia.

Era yo un joven aprendiz en el mundo del periodismo que estaba de vuelta en su pueblo para hacer sus prácticas profesionales e el semanario local, llamado El Reloj.

Tan pueblo era el pueblo que una vez hasta una vaca se metió a la mismísima redacción pero los reporteros nunca supimos si iba a denunciar abigeato o maltrato animal porque la CEO del periódico de inmediato la sacó a jalones y exigió a su dueño que pagara los daños causados.

Si en ese pueblo las vacas se metían en la redacción, no es de sorprenderse si entonces amarraran a los burros afuera de la presidencia municipal, aunque valga mencionar que gracias a los avances en defensa de los derechos de los animales, desde hace trienios los burros ya están adentro del palacio municipal y algunas veces hasta son funcionarios.

Pero no nos desviemos, iba a contarles que como yo siempre llegaba tarde a reportear, comenzaba tarde a escribir mis notas y como nunca he sido veloz en el teclado, siempre me quedaba hasta el final, con lo cual comenzaba mi angustia existencial al mirar el reloj en la pared en las oficinas de El Reloj y ver que ya las manecillas casi marcaban las 8 de la noche (o de la tarde, si es que estábamos en pleno verano) y de inmediato intentaba huir de las oficinas pero el editor me interceptaba y no me dejaba salir hasta que entregara mi última nota, entonces yo me veía obligado a llamar a mi casa y pedir a quien me contestara que por favor me grabara en un VHS los nuevos capítulos de Los Simpson.

Y esa escena se repetía siempre en cada cierre de edición y al editor malévolo sólo le causaba risa mi desgracia de no poder ver a Homero Simpson y familia sobreviviendo en Springfield. “¿Por qué no programas tu videocasetera para que ya no molestes a tu familia?”, me decía y se iba riendo.

Recuerdo esto no porque haya encontrado mis viejos VHS, que se perdieron entre tantas mudanzas, sino porque el pasado mes de diciembre la serie de Los Simpson cumplió 30 años de haber sido emitido su primer capítulo , aunque, cabe recordar, que desde 1987 salían como cortos en el show de Tracy Ullman.

Con 30 años, Los Simpson se han convertido en una de las series más longevas en la historia de la televisión y han asegurado un lugar en la historia en la cultura al convertirse en un fenómeno que trasciende generaciones.

El programa creado por Matt Groening, que hasta antes de la popular familia de Springfield había hecho el cómic poco exitoso La vida en el Infierno, ha trascendido porque su humor no es dirigido a niños sino porque son un crítico fino y feroz de la vida contemporánea y que pone en duda todos los clichés culturales en los que nos han educado en los últimos años.

¿Cuántas veces no hemos visto un capítulo y pensado que eso que acabamos de presenciar en televisión sucede también en nuestra localidad? Esa es una de las razones del éxito de la serie que muchos críticos han intentado descifrar, incluso hasta hay un libro donde analizan filosóficamente a los Simpson.

La familia amarilla es todo un fenómeno que ha atravesado las pantallas para instalarse en las páginas de libros, aunque a los intelectuales de alta alcurnia esto les moleste, como cuando se molestan al hablar de fútbol y poesía. Los dejo, porque ya casi es la hora de ver un capítulo más.

Periodista y sociólogo. @viloja

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