Desde una vez que rogué, ya me decían el rogón...

Felipe Bermejo Araujo, ‘El Rogón’.

La relación tormentosa que caracteriza a los dueños del PRD con Andrés Manuel López Obrador no tiene que ver con emociones o pasiones, está motivada por la pura ganancia política. En los años en que el tabasqueño parecía predestinado a ocupar La Silla del Águila, todas las corrientes se plegaron a su voluntad y, así, como lo exigía el mandamás, nadie osaba saludar siquiera al “espurio” (Felipe Calderón) por el temor de recibir su anatema.

Pero después de la derrota en las elecciones presidenciales de 2012, las tribus decretaron su independencia; ya no estarían sujetas a los caprichos de quien se había apropiado del partido. Para entonces, con astucia política, Andrés Manuel había construido el Movimiento Regeneración Nacional y desde allí dio paso a un nuevo partido, su partido, que ha ido desfondando al PRD.

En las elecciones de junio pasado, Morena logró cinco jefaturas delegacionales y mayoría en la ALDF. Con la intención de recomponerse, Nueva Izquierda —mejor conocida como Los Chuchos— dispuso un relevo anticipado en la dirigencia nacional que se concretó el sábado pasado.

Desde meses antes de la llegada de Agustín Basave a la dirección perredista, se observó un nuevo giro en el discurso de algunos liderazgos que le piden y le ruegan a López Obrador que los perdone y los acoja en su seno. En esa línea, antes de iniciar su gestión como gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles invitó a Morena a cogobernar. La respuesta fue severa.

Sin embargo, el lenguaje duro de Andrés Manuel —ha llamado “corruptos” y “paleros” a sus antiguos compañeros—, no basta para inhibirlos y, ahora, el propio Basave ha reiterado la convocatoria: “Le mandé mensaje de que si él quiere sentarse a hablar, yo encantado, estoy abierto al diálogo” (EL UNIVERSAL, 08-11-2015).

El panorama para el PRD es muy adverso, el deterioro de la tribu mayor —Nueva Izquierda, que ha controlado al partido los últimos años— es enorme. Quienes eran sus seguidores lo perciben demasiado modosito con el gobierno, mientras que Morena y su líder se han colocado como la única fuerza “realmente opositora” y capaz de derrotar al PRI en las elecciones presidenciales de 2018.

Por lo demás, la campaña de Andrés Manuel se la está haciendo el propio gobierno de Peña Nieto. En la medida en que se mantenga el crecimiento mediocre de la economía; la moneda siga perdiendo valor ante el dólar sin que se tomen medidas racionales; persistan altas tasas de desempleo y aumente el empleo precarizado; la política fiscal siga dañando la productividad y a los particulares; los escándalos de corrupción que involucran al grupo en el poder no tengan consecuencias; la delincuencia siga desbordada y el gobierno pida a la sociedad “ajustarse el cinturón” mientras mantiene el dispendio… En esa misma medida la tentación de votar por López Obrador crecerá.

El tabasqueño no va a aceptar una alianza con el PRD. Ni en las locales de 2016 ni en el proceso de sucesión de 2018. Ya en campaña por la Presidencia, el electorado que se identifica con la izquierda se irá decantando por el candidato que tenga las mejores posibilidades de triunfo. La elección será entre dos, el candidato del PRI y el de Morena, la única fuerza susceptible de capitalizar el deterioro del gobierno.

Es una pena que el que fuera el mayor partido de las izquierdas hoy parezca encaminarse a ser parte de la morralla, y que Agustín Basave, académico serio y hombre honesto, no tenga posibilidades de rescatar a un partido carcomido por dentro y por fuera.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.

@alfonsozarate

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