En un abrir y cerrar de ojos, este 2017 transcurre su último trecho a una gran velocidad y repleto de eventos que lo han ya convertido en un año tristemente célebre por los múltiples acontecimientos que han sacudido la opinión pública y otros tantos que han lastimado seriamente a familias y comunidades enteras.

Cuando se viven momentos duros y difíciles en un año determinado, viene, conforme se acercan los últimos meses, el deseo implícito de que termine pronto y la esperanza de que el año que está por llegar, venga acompañado de mejores acontecimientos y circunstancias más favorables y positivas para todos. Cuando colocamos este análisis en el contexto del país entero, resulta mucho más complejo establecer los buenos propósitos.

Este año ha sido el escenario de muchos más acontecimientos que en otros años anteriores, y ello se debe en gran parte a la enorme cantidad de información con la que amanecemo;, transcurridos el día y al final del mismo llegamos a la cama con otro bloque de información que nos apabulla sin misericordia alguna y sucumbimos víctimas de nuestro personal afán de no desprendernos de cualquier dispositivo electrónico que nos acerque al resto del mundo en tan sólo un click.

Somos un país muy peculiar, rodeado de una enorme riqueza cultural y de recursos, que desafortunadamente muchas veces no son aprovechados en su mayoría por la falta de visión y por la inmediatez de propósitos que solo dan prioridad a lo urgente, por encima de lo importante. Ello propicia que ante las contingencias naturales, económicas y políticas, dejemos a un lado muchas acciones y planes que podrían permitirnos acceder a mejores niveles de bienestar, en especial de quienes aún viven en condiciones paupérrimas. Aunque también, vemos en contraparte, en algunos sectores sociales, el ánimo de buscar un desarrollo sustentable que vaya acompañado de nuevos propósitos donde el cuidado y la explotación de todos los recursos, incluido el  humano, permita un mayor aprovechamiento y lleve consigo una mayor oferta de productos, bienes y servicios con altos estándares de calidad y al alcance de los ahora  lastimados bolsillos.

El 2018 será un año muy particular por que, además de que en su transcurso se elegirá a quien encabece la  Presidencia de la República, seguramente concluirá lo concerniente a la renegociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte, dos temas que resultan fundamentales para el porvenir de nuestro país y de quienes lo habitamos. Junto con ellos, están sobre la mesa muchos otros temas pendientes como los programas de reconstrucción, novedades sobre los precios de gasolinas, petróleo y todos aquellos asuntos acompañados de indicadores que alteran para bien o mal los mercados y mueven el tipo de cambio de nuestra moneda con el dólar americano.

Pensando en algunos de los retos que nos depara el año que más temprano que tarde arribará en alrededor de mes y medio, de entrada esperamos se puedan sostener e incrementar los empleos que se generan con el esfuerzo de quienes confían e invierten, así como de quienes arriesgan su patrimonio en pequeños negocios y establecimientos. Ojalá y disminuyan los índices de inseguridad y violencia que crecieron en el presente año; esperamos que no colapse la movilidad que diariamente nos da muestras del congestionamiento vehicular que ya rebasó expectativas y posibilidades reales de solución en corto o mediano plazo.

En México, en general y en nuestra entidad en particular, los retos del porvenir crecen a la velocidad, tanto de la población como del retraso de las soluciones integrales. Cada vez son mayores a muchas expectativas y resolverlos requiere de un esfuerzo mayor que puede requerir más años de los que quisiéramos. Sin embargo, la responsabilidad es y debe ser mucho mayor para unos, pero compartida para todos.

Querétaro parece mantener tendencias de crecimiento y desarrollo, pero también sus retos siguen siendo cada día mayores y difíciles de resolver. Poco a poco, va quedando tan solo en el recuerdo aquellas ciudades tranquilas y seguras, donde las distancias eran más cortas  y se recorrían en breves espacios de tiempo; donde la convivencia se daba casi siempre en armonía y las malas noticias solían generarse a cientos de kilómetros de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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