Hace pocos días, con motivo de los 28 años de la Web y de la recepción del Premio Turing, Tim Berners-Lee, fundador de la misma, expuso tres problemas sobre los derroteros de la red, que para él deberían ser resueltos si queremos tener un espacio menos peligroso y hostil para los usuarios.

El primero es el relativo a la pérdida de datos personales que se ha traducido en una vigilancia perpetua y global sobre los usuarios en general, pero que vulnera no solo derechos de las personas, sino que termina por inhibir la libertad de expresión.

La segunda cuestión tiene que ver con el fenómeno de las noticias falsas, que no solo se han tornado en un suculento negocio sino que alteran las tomas de decisión o afectan la reputación de las personas. Por eso el padre de la Web apela a acabar con ese modelo de falsificación soportado por robots y algoritmos que se han aprovechado del modelo de negocio publicitario impulsado por las grandes empresas de la Web, en donde se promueve el contenido en función de su viralidad y no por su veracidad.

El último aspecto tiene que ver con la propaganda electoral, con “publicidad política”, en donde algunas plataformas y algoritmos se han convertido en intermediarios y mediadores en los procesos electorales e influyen en decisiones que deben ser exclusivamente tomadas por los ciudadanos.

El remedio que propone Berners-Lee para combatir estas cuestiones: multiplicar el desarrollo de nuevas tecnologías; confeccionar aplicaciones descentralizadas y respetuosas de los estándares del W3C. Explorar nuevas vías y modelos económicos basados en micropagos o suscripciones para proteger la privacidad de las personas en línea. Seguir presionando para tener mejores marcos normativos que salvaguarden a los usuarios, pero mientras eso no se logre los usuarios deben acudir a los tribunales para defender sus derechos. Asimismo, los usuarios deben acompañar a las plataformas a luchar contra la desinformación y promover la transparencia en la rendición de cuentas de los algoritmos.

Quién se podía imaginar en el momento que se creó la Web que este tipo de cuestiones se iban a presentar. De hecho todo se hubiera evitado si Berners-Lee hubiera seguido el camino que Ted Nelson (pionero de las nuevas tecnologías y creador del Proyecto Xanadu conformado por puros hiperenlaces): crear la red con hipertextos en donde se dieran enlaces en ambos sentidos, lo que implicaba que ambas partes, o las partes que se enlazaban, lo aprobaran.

Un sistema de tales características, basado en la bilateralidad de los enlaces, hubiese permitido paliar ese tipo de problemas que hoy se quieren combatir, se sabría de inmediato la calidad de los sitios y si valdría la pena enlazarse, evitando propagar sitios oscuros o que viven de la creación de noticias falsas.

Además, un sistema de esas características hubiera permitido que los medios de comunicación, particularmente la prensa escrita y creadores de contenidos, tuvieran un preciso registro de sus enlaces, permitiéndoles recibir pagos automáticos por su contenido. Eso hubiera sido una de las cuestiones que probablemente hubiera evitado todos los quebraderos de cabeza que actualmente sufre la prensa escrita, que no ha podido traducir en ingresos el tráfico que tiene. El modelo que terminó por desarrollar la Web de Berners-Lee fue que quienes se tornaron en indispensables y generadores de ingresos fueran los agregadores de links, no los creadores de contenido.

Si se hubiera adoptado el esquema bilateral de enlaces, también es probable que se hubiera dado paso a un ecosistema digital menos prolífico, con un crecimiento menos explosivo que el que terminó gestándose y no hubiéramos tenido a la Web como una de las herramientas informativas gratuitas y abiertas más soberbias de la historia de la información y del conocimiento.

Periodista y escritor especializado en cibercultura.

@tulios41

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