Hoy se presenta el 4to Informe del Gobierno Federal y aunque aún son muchos los pendientes de esta administración, hay un tema del que particularmente me gustaría hacer una reflexión respecto de los retos que enfrenta y al potencial que pudiera tener, me refiero a la política pública de ciencia, tecnología e innovación (CTI).

Considero pertinente realizar un ejercicio de retrospectiva para recordar cuál fue el planteamiento inicial de este Gobierno Federal en cuanto a la CTI y si éste ha cambiado tras una pandemia y casi cuatro años de Gobierno. En 2018 cuando el presidente tomó protesta el No. 9 de sus 100 compromisos iniciales fue el siguiente: “Se promoverá la investigación científica y tecnológica; se apoyará a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento. El Conacyt coordinará el Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional”.

La visión del Gobierno Federal para la CTI quedó posteriormente plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación, que en términos generales plantea una reforma a la política de la CTI para, en palabras de sus promotores: “poner la ciencia al servicio del pueblo”, una idea que en principio se entiende como positiva pero que deja de lado aspectos muy importantes de los procesos de maduración científica y tecnológica. Una vez definido lo anterior y tomando en cuenta la visión que el Gobierno adoptó para la CTI vale la pena revisar algunos de los indicadores para este sector.

En los anexos correspondientes a los anteriores informes de Gobierno se presumen logros solamente enfocados a la entrega de apoyos y recursos para investigación de frontera, pues en el campo de los fondos mixtos o fideicomisos y en el de las becas en todas sus modalidades los montos se encuentran por debajo de las otorgadas en los periodos anteriores.

Otro de los datos que son importantes mencionar son los recursos etiquetados para CTI en los presupuestos de Egresos, que se asignaron de la siguiente manera: 98 940.8 millones en 2019, 101 856 en 2020, y 102 720 millones para 2021, esto, aunque pareciera tener una tendencia de aumento, en realidad no lo es, pues si lo comparamos con sexenios anteriores nos daremos cuenta que en 2018 que fue el año en que menos presupuesto se destinó a CTI, el monto era de 104 825 millones de pesos.

Lo anterior sin mencionar que en este Gobierno el presupuesto federal aprobado para CTI nunca llega completo al finalizar cada año debido a los múltiples recortes sorpresivos al gasto y la aplicación generalizada de medidas enmarcadas en la política de austeridad.

La realidad es que el Plan Especial se ha cumplido y el Gobierno Federal ha quedado a deberle mucho a la Ciencia, a la Tecnología y a la Innovación, tenemos todavía tiempo para exigir una política nacional que entienda el cambio de época que estamos viviendo. Los gobiernos que no apuesten por la innovación estarán condenados a ser consumidores en las industrias que están revolucionando el mundo.

La CTI  deben entenderse como actividades estratégicas que nos permitan ser un país más competitivo lo que sin duda

se traduciría en una mejor calidad de vida para todas y todos los mexicanos.

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