Imagine una oficina de la Policía Federal, que contrata guardias estatales para que cuiden sus instalaciones. Ni siquiera son policías, porque su corporación realmente es un “cuerpo de guardias” no regulado. No tienen uniformes, zapatos, armas, ni equipo propio. Deben comprar todo su andamiaje en una tiendita frente a su “cuartel” donde lo mismo venden galletas dulces que charolas. Este guardia estatal se viste con ropa comprada en la tiendita, que le venda un compañero o que herede de algún colega muerto o retirado.

El guardia intenta cumplir con su labor de cuidar el edificio de los policías federales, pero el recordatorio de que no es un policía de verdad le llega cada quincena. No cobra por nómina, no tiene un recibo de que trabaja en alguna parte. Debe ir a una tienda, de esas amarillas que venden ropa, muebles, motos y tienen también un banco, para recibir su pago. Le deposita en efectivo su “comandante” desde otra tienda igual, como si fuera plata que le manda un amigo, para que no quede ningún registro de que el falso policía trabaja en la corporación.

Esta Policía estatal no es ficticia. Se llama Cuerpos de Seguridad Auxiliares del Estado de México (Cusaem). Es una corporación que obtuvo permiso para trabajar en todo México con Enrique Peña Nieto, se extendió por todo el país, ganó 774 millones de pesos en contratos entre 2009 y 2017 y otros 801 millones de pesos en dos contratos firmados con la Policía Federal el 19 y 31 de mayo de 2018. Los contratos fueron por un “servicio de apoyo extraordinario de patrullaje”.

Esta corporación no es pública ni privada. No se le puede fiscalizar, ni solicitar información vía transparencia. Cuando una pregunta por vía oficial a dónde va el dinero que les pagan los gobiernos que los contratan como guardias, la respuesta es que nadie sabe.

Hace tres años, en Univision investigué a Cusaem con mi colega Sergio Rincón. Más de 300 migrantes habían sufrido ataques a bordo de las líneas del tren y ocho denuncias penales apuntaban directamente a Cusaem. Como parte de la investigación, fuimos a una sucursal de HSBC, para depositar en la cuenta donde supuestamente el gobierno les depositaba. La cuenta estaba inactiva. Preguntamos a las oficinas estatales si allí llegaba el dinero. No llegaba. Preguntamos al gobierno si ellos lo recibían y tampoco. Todo el relato con el que inicia esta columna, de sus precarias condiciones laborales, es parte de esa investigación.

Este año, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos lo confirmó en dos recomendaciones que explican que el mecanismo ambiguo de este Cuerpo de Seguridad, lo hace irrastreable, no sancionable, impune. Dos meses después, una Auditoría federal a gastos de seguridad nacional reveló esos convenios de patrullaje. Cusaem, por cuidar un mes a los policías federales, ganó 801 millones. Según lo que habíamos investigado en Univision, antes ganó 774 millones casi en 10 años por cuidar 16 secretarías y oficinas federales.

Los 801 millones se pagaron de la partida de seguridad pública y nacional. Es la misma partida donde se malversaron otros 40 millones de dólares, otorgados a dos empresas fundadas por un carpintero y una empleada doméstica, que supuestamente vendieron equipo de espionaje a la Policía en esos mismos meses de 2018. Este 1 de octubre, publicamos las historias de esas dos empresas, en un reportaje colaborativo de El País y Univision Investiga.

Los “patrullajes” de Cusaem ocurrieron supuestamente en 20 sedes y 56 infraestructuras, entre mayo y junio de 2018. La Auditoría encontró un probable daño patrimonial, porque no había ninguna constancia de que se hicieran ni bitácoras, programas de trabajo, reportes de supervisión, ni nada que probara que los servicios se habían realizado.

Cusaem no cayó en desgracia después de las recomendaciones, la auditoría, ni el nuevo gobierno que inició en diciembre de 2018. En la actual administración, ha ganado contratos con el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, con el Consejo de Promoción Turística de México, con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, la Conade. ¿A dónde va hoy el dinero? Aún no lo sabemos.

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