La descalificación que invade a la política y todo lo relacionado a ella, ha tenido como primeros damnificados a los partidos políticos, cada día son menos los ciudadanos que quieren participar desde estas trincheras, los partidos son, para una inmensa cantidad de mexicanos, sinónimo de corrupción, despilfarro y mentira.

Creo con franqueza que los partidos están obligados a transformarse, evolucionar a la velocidad y en el sentido que la sociedad demanda, sin embargo, me parece que dilapidar la imagen de los partidos, buscando con ello, entregar un sacrificio para saciar los justos reclamos y comprensibles molestias de los ciudadanos, puede acabar generando un escenario más complejo y enredado del que estamos padeciendo.

Los partidos son, como su definición lo señala, una “parte” del todo, por ello, debemos esforzarnos más, para que el contraste ideológico vuelva a ser relevante en el debate público. Hoy en día, las ideologías brillan por su ausencia y la ciudadanía poco repara en ellas, en sus alcances y consecuencias.

Por otro lado, los partidos deben de procurar fortalecer en sus esfuerzos para convertirse en entidades absolutamente transparentes, que vuelvan el criterio de “máxima publicidad” un principio de su día a día, que se acostumbren a funcionar cada vez con menos recursos económicos, particularmente los de origen público y deben de implementar un esfuerzo diario de acercamiento social, para demostrarnos a todos, que su utilidad y conveniencia justifica su existencia.

Los partidos deben sancionar con severidad a los militantes que hubieran vulnerado la confianza depositada en ellos, deben expulsar a quienes son responsables de su descredito, desmarcarse y con ello restituir su menguada credibilidad y corresponder a la honestidad que caracteriza a la inmensa mayoría de sus militantes.

Los partidos deben de entenderse como medios y no como fines, aquella persona que se fija como razón el bienestar del partido sin más, abona a la decadencia y el deterioro de todo lo público. Los partidos son medios, no fines; el camino, es acceder de manera legítima y legal al poder público para con ello, alcanzar el verdadero fin, ejercer un gobierno eficiente y resuelto, con base a los principios, ideas, postulados y razones que le dan esencia a un partido.

La agenda es clara y nuestra obligación, es hacer que ésta se atienda sin dilaciones, si dinamitamos a los partidos tendremos que empezar de cero y pese a sus debilidades, han promovido la concreción de acuerdos que facilitan la toma de decisiones, hoy más que nunca, quienes militamos en un partido político, tenemos la obligación de procurar una verdadera identidad mediante una actitud transparente, honesta y comprometida a favor de los intereses de México.

Diputado local, LVIII Legislatura.

Congreso del estado de Querétaro.

Líder de la fracción parlamentaria PRI

Google News