Los secretarios tenían nombres claves. Louis Vuitton era Luis Videgaray, el secretario de Hacienda, que compartía iniciales con la carísima marca. Miguel Osorio Chong, el titular de Gobernación, era Michael Kors, por ser tocayo del prestigiado diseñador. Gerardo Ruiz Esparza (q.e.p.d.) era Richard Gere, por su parecido físico con el famoso actor hollywoodense.

Y así se referían a ellos en chats y llamadas telefónicas los legisladores involucrados en el Pacto por México, en el arranque del sexenio de Peña Nieto: “estuve con el señor Kors”, “Louis Vuitton me dijo que me buscaba mañana”, “¿ya te reuniste con Richard Gere?”. Eran tiempos de amarres para aprobar una andanada de reformas. Así me lo revelan varias fuentes consultadas sobre dichas negociaciones.

Ese periodo de la vida política mexicana está ahora bajo escrutinio tras la captura del entonces director general de Pemex, Emilio Lozoya. El gobierno del presidente López Obrador ha generado la expectativa de que Lozoya contará, con pelos y señales, los presuntos actos de corrupción cometidos en el marco del Pacto, y presentará pruebas contundentes, incluso videos.

Lozoya aparentemente siempre sintió una atracción por las grabaciones clandestinas. Según me revelan fuentes con acceso a esta información, hasta sus “oficinas alternas”, ubicadas en la calle de Montes Urales de las Lomas de Chapultepec, solían llegar bolsas con toda suerte de aditamentos para grabar sin que el interlocutor se diera cuenta: cámaras escondidas en corbatas de las que tienen el nudo hecho de fábrica, dispositivos de video y audio en plumas de marca…

Por la narrativa gubernamental que ha acompañado a la detención de Lozoya y su integración como testigo colaborador —tras una breve estancia en el hospital, ya está en casa el exfuncionario—, la mira está puesta en el PAN y algunas de sus principales figuras. Parecen ser los primeros objetivos a debilitar. Pura lógica electoral de cara al 2021. “Louis Vuitton” y “Michael Kors” no parecen ser la prioridad del gobierno morenista.

SACIAMORBOS

Curiosamente, tampoco parecen ser la prioridad del caso Lozoya las figuras del Partido Verde Ecologista de México, que en tiempos del Pacto Por México eran socios indivisibles del régimen de Peña Nieto y ahora, en esa inempatable pericia para saltar a las filas del bando ganador, son aliados del presidente López Obrador.

Me cuentan las mismas fuentes que el Partido Verde era como el apestado del Pacto. Los partidos “grandes” (PAN, PRD, incluso PRI) no querían ni que apareciera el logotipo del tucán en los actos reformistas. No sé si esa era la principal preocupación de “los verdes”, tanto como participar en el esquema de “moches”, los recursos etiquetados del presupuesto federal para obras que determinado político decidía a dónde debían irse a cambio de que un porcentaje del monto se le quedara como ganancia por fungir de intermediario. Relatan que la cuota de los integrantes del Verde involucrados en esta trama empezó siendo del 10%... y para el final del sexenio había escalado a 70%. ¿Estará el presidente listo para exhibir a sus hoy aliados, o guardará esos y otros nombres en el cajón de los secretos?

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