De manera sistemática Andrés Manuel utiliza la mentira, el engaño, los distractores, la opacidad —o culpar a Felipe Calderón— para eludir la cifra negra de su gobierno: el número de muertos, desaparecidos, feminicidios a manos de la delincuencia consentida, así como el número real de víctimas de su incompetencia en materia de salud, lo que lo coloca en el gobierno más violento —en situación de paz— en la historia del país.

Apoyado por el ejército de mercenarios que cobran por hacer preguntas a modo y evitar que los periodistas toquen temas incómodos, Andrés Manuel evade la realidad que tarde o temprano tendrá que enfrentar: su responsabilidad en aquellas vidas que pudiendo salvarse no se salvaron.

Con más de 123 mil muertos, 32 mil desaparecidos, 13 mil feminicidios, y el mayor número de periodistas muertos, el gobierno de López Obrador es hoy el peor gobierno en la historia de este país. Adicional a esta cifra se encuentra el número de niños con cáncer muertos por falta de medicamentos y tratamientos, o las víctimas de Covid que, según especialistas duplica las 340 mil víctimas mortales que registran las estadísticas oficiales.

Y no sólo eso, ha entregado la Haciendo Pública a la delincuencia que cobra derecho de piso hasta las propias iglesias, como lo ha hecho del conocimiento sacerdotes y obispos que, denuncian, tienen que pagar, además, el 50% de los ingresos que se generan con motivo de las fiestas patronales.

Absolutamente de nada ha servido que AMLO se levante todos los días a las cinco de la mañana a perder el tiempo en reuniones infecundas, en las que no escucha a los especialistas, que en tres ocasiones han documentado el fracaso de su “estrategia”.

Para la sociedad mexicana es cada vez más evidente que hay un pacto no escrito entre el Presidente y la delincuencia consentida, por el que él se comprometió a garantizarles impunidad y no hacer nada para contenerlos, a cambio de su apoyo operativo, económico y de control territorial para garantizar el avance de Morena en todo el país.

De otra manera resulta inexplicable la operación del narco en las elecciones de 2021 y 2022 y los triunfos de Morena; o la necedad de López Obrador de mantener como “estrategia” el manejo clientelar de los programas sociales que buscan votos y no desaparecer la injusticia, la pobreza y la desigualdad.

Es un hecho de que Andrés Manuel entregará un país en peores condiciones de las que lo recibió; que todos los indicadores serán negativos: precios; bienestar; número de pobres; seguridad social; inseguridad; inflación; desempleo, crecimiento de la delincuencia, etc.

No es malo que Andrés Manuel sea idealista o fantasioso, porque es libre de creer en lo que más le plazca. El problema real es la ingenuidad de sus seguidores, de aquellos que pretenden dar continuidad a un proyecto vacío, carente de ideas, sustentado en la inocencia, candor, necedad y mentiras de Andrés Manuel; de quienes se niegan a ver que el emperador está desnudo.

No se trata de salir a matar narcos, se trata de tener una estrategia integral: económica, política, cultural, social, educativa, capaz de ofrecer alternativas a los niños y jóvenes mexicanos que se perfilan como las mulas, consumidores y sicarios de los delincuentes. Y sí, también se trata de usar el monopolio de las armas para abatir a aquellos que se niegan a respetar la vida de otras personas.

Si no estaba dispuesto a cumplir y hacer cumplir la Constitución ¿para qué protestó el cargo?

Periodista y maestro en seguridad nacional

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