Los días van pasando, vamos sumando meses al calendario del 2020 y la pandemia por el Covid19 sigue, de una u otra manera, encima de nosotros. A finales de marzo, la mayoría de las empresas y negocios tuvieron que cerrar sus puertas; la vida se “detuvo” para que los contagios no avanzaran de manera alarmante. Sin embargo, el colapso económico siguió creciendo, de forma evidente, y hubo la necesidad de reabrirnos para dar paso a la Nueva Normalidad. Millones de personas se han visto afectadas por esta crisis, pero sin duda los jóvenes son el mayor daño colateral de esta pandemia.

México tiene una gran población de jóvenes que van comenzando a abrirse camino. Nuestro segmento de entre 18 y 35 años es, quizá, el más grande del país. Si consideramos como Millennials a quienes nacieron entre 1980 y 1999, según Banxico, y como Generación Z a quienes nacieron en los años posteriores, podemos subrayar que los primeros ya están en sus altos treintas y los segundos ya se consideran adultos jóvenes. Ambos segmentos son parte de la Población Económicamente Activa (PEA) o están en edad de cursar la educación superior.

Hoy, lamentablemente, 4.3 millones de ellos se quedarán sin empleo, no encontrarán uno nuevo o dejarán sus estudios por falta de recursos económicos. La brecha del desempleo para jóvenes, que de por sí ya era grande antes del coronavirus, se les hizo mayúscula.  ¡Y ésta se podría acentuar todavía más!

Los jóvenes son los más grandes damnificados del Covid19. La Organización Internacional del Trabajo determinó que las juventudes se ven afectadas de manera desproporcionada por la emergencia sanitaria, debido a que por lo menos uno de cada seis jóvenes no trabaja desde el inicio de la pandemia y el 23% de quienes conservaron su empleo ha disminuido sus horas laborales y, por lo tanto, también ha visto empobrecido su sueldo.

Además, muchos han tenido que abandonar la escuela, debido a que no tienen recursos para solventar su educación. La escuela a distancia también hoy es un privilegio, dadas las condiciones de rezago tecnológico de muchas regiones, las brechas digitales, el inequitativo acceso a herramientas tecnológicas e incluso por desigualdades de tiempo por la carga de labores domésticas. A esto, además, habría que sumarle los daños emocionales que se han generado en los chavos, al tener que someterse a un aislamiento social, que los aleja de sus círculos más cercanos.

Los efectos de esto ya se sienten. De acuerdo con las estadísticas del IMSS e INEGI, los Millennials —la generación con mayor presencia en la PEA, ocupando alrededor de la mitad— perdieron en estos meses el 65% de sus empleos formales, seguidos por la Generación Z con el 12%. Así, la tasa de desocupación de jóvenes, en nuestro país, casi dobla la tasa general.

La realidad de nuestros muchachos y jóvenes adultos es una triste paradoja: por un lado, son las dos generaciones de toda la historia de nuestro país que más años han pasado educándose; por el otro, su sueldo es precario y su poder para tomar decisiones es bastante limitado. La crisis sanitaria no sólo agudizará la problemática laboral y destruirá empleos, sino que, de no actuarse adecuadamente, también profundizará las desigualdades sociales, especialmente para jóvenes de bajos recursos y mujeres jóvenes.

Todas las crisis tienen características diferentes y, por lo tanto, afectaciones distintas. Siempre hay quienes resultan más afectados que otros. En México parecen ser los jóvenes quienes la están resintiendo más. Ellos dependen, en gran medida, de las fluctuaciones económicas y de las respuestas gubernamentales. De no intervenir a tiempo, la ONU advierte que podríamos hablar de una “Generación del Encierro”, cuyos miembros enfrenten más obstáculos que los habituales, así como exclusión de los mercados laborales y una masa de ciudadanos que se queden atrás.

Por ello, urge que el gobierno Federal busque incentivos y alternativas reales para ellos. Mucho se habla de aplanar la curva de contagios, pero no perdamos de vista que hay otras que tampoco se han logrado achatar. Apostemos por abrir puertas, por crear empleos, por el apoyo a emprendedores para que nuestros jóvenes no se queden sin futuro.

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