Alguna tarde cualquiera, de aquellas donde la jornada concluye muy cercana al ocaso, la luz adquiere un tono especial que te invita a desempolvar algunos recuerdos y a realizar la obligada revisión de todo aquello que nos ha llevado hasta donde nos encontramos en este momento. Muchas buenas decisiones, un balance claro y objetivo, pero también se revelan ante nosotros un cúmulo de “Si hubiera” que la propia tarde pareciera darles vida por un rato y asignarles la tarea de colarse en nuestros pensamientos para romper el equilibrio que deseamos en vano mantener. Suelen ser como huellas confusas y desordenadas que se van formando en la arena de una playa a lo largo del día como consecuencia del ir y venir de la gente.

Es tan ocioso como inevitable preguntarnos lo que hubiera sucedido al tomar una decisión distinta a la que hicimos nuestra en aquel tiempo donde la vida nos puso una disyuntiva. La verdad es que cundo sumamos años, también vamos acumulando algunos momentos de quiebre que nos llevan por caminos que ni siquiera imaginamos transitar y que inclusive han quedando atrás.  Honestamente no me agrada cuando esos duendes del “si hubiera” hacen de las suyas y saltan de un lado a otro en la arena de nuestros recuerdos. Afortunadamente, hay un momento también cuando el arribo de la noche nos devuelve la sensatez y nos brinda la oportunidad de alisar nuestra playa mental y, como lo hace el dedicado personaje de esta fotografía, quien se da a la tarea de alisar la arena y prepararla para una nueva jornada que habrá de iniciar.

Hay que dejar a un lado aquellas preguntas que no tienen respuesta y concentrarnos de nuevo en el camino cotidiano con la certeza de que tarde o temprano habremos de enfrentar una nueva disyuntiva y así será hasta que dejemos de andar. Mientras tanto, a continuar disfrutando de caminar por la arena de la playa en la que estamos, en el océano de oportunidades que nos brinda este tan celebrado Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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