El pasado viernes 7 de agosto, la UNAM entregó Doctorados Honoris Causa a 11 destacados académicos nacionales y extranjeros. Esta ceremonia se realizó en el Palacio de Minería en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Fue, sin duda, una ceremonia con gran tradición y protocolo enmarcado en un recinto excepcional.

El Doctorado Honoris Causa es el máximo reconocimiento que otorga la UNAM a personas, mexicanos o extranjeros, que hayan realizado una obra excepcional, públicamente reconocida, en los campos de la educación, la ciencia o la cultura o a quienes hayan realizado una labor de extraordinario valor para el mejoramiento de las condiciones de vida o el bienestar de la humanidad. Fue en 1910 cuando se entregaron los primeros 11 reconocimientos de este tipo dentro de la UNAM. Desde entonces y contando los 11 que se entregaron el pasado viernes, la UNAM ha conferido 182 Doctorados Honoris Causa a 165 hombres y 17 mujeres. La primera mujer en recibir el reconocimiento (1985) fue la destacada botánica mexicana Helia Bravo Hollis, investigadora emérita de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Los galardonados el 7 de agosto fueron: Roger Bartra, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM que ha desarrollado, entre otras cosas, investigaciones sobre el agro mexicano como sociólogo y antropólogo; Juan Ramón de la Fuente Ramírez como investigador en psiquiatría y salud, quien fue Rector de la UNAM y quien ha recibido el Doctorado Honoris Causa por 13 universidades; Luis Fernando de la Peña Auerbach, investigador emérito del Instituto de Física, quien ha estudiado la teoría y mecánica cuántica; Olga Elizabeth Hansberg Torres, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas, quien ha estudiado los aspectos cognitivos de las emociones; David Kershenobich Stalnikowitz, quien fue uno de los creadores de la primera clínica de hígado del país y actualmente es director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán; Eduardo Lizalde, poeta, narrador y ensayista, quien ha ganado varios premios por su labor cultural; Jaime Mora Celis, investigador emérito del Centro de Ciencias Genómicas, quien es precursor en la investigación en bioquímica y biociencias moleculares; Rodolfo Stavenhagen, quien tiene importantes contribuciones en el área de los derechos humanos e indígenas siendo co-fundador de la Academia Mexicana de Derechos Humanos; Federico Mayor Zaragoza es Doctor por la Universidad Complutense de Madrid y director general de la UNESCO, quien desafortunadamente no pudo asistir a la ceremonia por motivos de salud; Robert Armand Verdonk, Doctor en Derecho y, en Filosofía y Letras que ha sido un gran promotor de la lengua española y de México en Europa; Olayinka Aina Koso-Thomas, quien es ginecóloga y activista de los derechos humanos y quien ha realizado una gran labor para tratar de abolir la mutilación de genitales en las mujeres.

Sobre esto último, ésta es una práctica común en 28 países africanos y en inmigrantes de estas regiones en Europa y América. En una conferencia que la activista impartió en la UNAM explicó que este ritual consiste en cortar los labios mayores y menores del área genital o el clítoris, o suturar la vulva dejando solamente espacio para la salida de orina y el flujo menstrual. De acuerdo con esta experta y luchadora social, este ritual se práctica a dos millones de niñas anualmente sin anestesia y sin condiciones mínimas de higiene, evidentemente causándoles mucho dolor, infecciones y en muchas ocasiones desafortunadamente la muerte. Por su trabajo en pro de los derechos humanos de las mujeres ha recibido ataques verbales, físicos y amenazas de muerte de grupos radicales. Es increíble que este tipo de rituales se sigan practicando en un mundo globalizado cuyo desarrollo científico y tecnológico es palpable y alcanza a diferentes sectores sociales.

Desafortunadamente los grupos vulnerables, aquellos con bajos niveles de educación y limitado desarrollo económico siguen sufriendo estas y otras prácticas. Por ejemplo, en algunas comunidades del país la práctica de vender a las niñas a corta edad sigue vigente y qué podemos decir de los feminicidios que se cometen todos los días en México. Solamente a través de la educación se puede llegar a una sociedad más justa, equitativa y que respete los derechos humanos de hombres y sobre todo de las mujeres. En las sociedades y/o regiones subdesarrolladas la educación gratuita, de calidad y laica debe ser la piedra angular para producir un cambio y acabar con estas prácticas que van en contra de los más elementales derechos humanos.

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