El 2020 fue un año que muchos quisiéramos olvidar. Con la pandemia y la crisis económica, el entorno en que se desenvolvió nuestro país y el mundo no fue nada óptimo. Sin embargo, algo que sí nos dejó este año y que será una lección que no debemos olvidar, es que como pueblo y especie aún somos fuertes y podemos resistir las adversidades.

Sin duda, el tema que dominó el escenario fue la pandemia y todas las repercusiones que ocasionó. Hace tiempo que rebasamos el escenario catastrófico que vaticinó López-Gatell. Ahora estamos en más de 122 mil muertos y más de un millón de contagios formalmente registrados. Asimismo, estamos entrando al duro escenario de la saturación en clínicas y hospitales, donde los espacios para la atención y recuperación de pacientes cada vez se ve más reducido.

Nada alentador.  Sumado a la desaceleración económica, producto del cambio de gobierno y la mal llamada “curva de aprendizaje”, la recesión se acentúo con la política de encierro y distanciamiento social. Tal fue el impacto, que México retrocedió en un año lo que le había costado construir en cinco. Frente a ello, la terquedad del Ejecutivo Federal en priorizar proyectos como “El Tren Maya” o la refinería en “Dos Bocas”, cuya conclusión se verá hasta el final del sexenio, dejó abandonado a sectores estratégicos, como el agropecuario y el turístico, que bien hubieran ayudado a reactivar la producción.

Otro de los grandes temas pendientes fue la seguridad. Con la tasa de homicidios dolosos más alta en la última década y el aumento constante en feminicidios, la estrategia de la Guardia Nacional no rinde frutos. A un año de su creación no hay cifras alentadoras y, por el contrario, la militarización del país cada vez es más evidente.

A nivel local, además de todo lo anterior, están los temas pendientes que se vienen arrastrando año tras año y que no han sido atendidos.

Uno de ellos es la movilidad y el transporte público. El alto índice de concentración que tiene la zona metropolitana de Querétaro y la falta de opciones para el desplazamiento de personas ha provocado el estrangulamiento de las ciudades. La realidad es que el proyecto de reestructura del transporte ha quedado inconcluso y rebasado. La construcción de entronques y el cambio de unidades no ha sido suficiente. En este tema hay mucho por hacer.

Además, la falta de oferta de vivienda a bajo costo, así como la rehabilitación de los espacios públicos es un motivo más para la informalidad y el desorden. Es momento de impulsar una política de vivienda eficaz y cercana a la gente, cuyo financiamiento sea viable para todos los sectores.

En fin, el 2021 se avecina como un año lleno de retos y complejidades, por eso, quienes estamos en el sector público debemos redoblar esfuerzos y proponer soluciones eficaces. Todo ello se medirá en el siguiente proceso electoral, donde quien pretenda ocupar algún cargo público, deberá dejar de lado la soberbia y estar consciente de los desafíos que existen, pues sin duda, las necesidades de la gente son algo que no puede esperar.

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