El concepto de “daño colateral” que tanto auge tomó durante los sexenios de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto, tiene hoy un nuevo aliento en el inicio del de Andrés Manuel López Obrador.

Aunque me precio de entender lo que hace, no estoy de acuerdo e incluso creo que el presidente corre un riesgo muy elevado en su afán por lograr concretar sus promesas de campaña a costa del “daño colateral” que este afán está causando.

Ensayo y error. El tabasqueño se ha empecinado en concretar los 18 principales proyectos de gobierno que se comprometió a impulsar en su campaña electoral. El pequeño problema que enfrenta es que el presupuesto con que cuenta su administración, no alcanza para ellos y para seguir con el resto de programas y acciones que el gobierno federal venía realizando.

Frente a esta disyuntiva, López Obrador diseñó una campaña de arranque de gobierno sustentada en el combate a la corrupción y a favor de la austeridad. Así, en nombre de ambos, ordenó a sus diputados y senadores modificar partidas presupuestales, reducir recursos a dependencias, incrementar a otras (básicas para sus proyectos) y crear nuevos rubros para financiar sus planes.

Los daños brotaron de inmediato. Primero fue el escandaloso recorte presupuestal a las universidades públicas del país que terminó por corregir, luego de las protestas de las instituciones de educación superior. Los diputados de Morena tuvieron que echar marcha atrás y recuperar ese presupuesto.

Vino también el recorte al campo mexicano, bajo el argumento -esgrimido por los legisladores del partido político del presidente- que esos recursos eran destinados a organizaciones y líderes campesinos; es decir, que era dinero para la corrupción y que por eso se decidió recortar.

Evalúo que en ese mismo afán de conseguir dinero para sus planes, Andrés Manuel López avaló el masivo recorte de personal en el Sistema de Administración Tributaria que días previos a la celebración de la Navidad, brotó como hongos en temporada de lluvia, por todo el territorio nacional.

Centenas de trabajadores fueron despedidos de su empleo en nombre de la famosa austeridad. El asunto creció hasta llegar el momento en que forzó al presidente mexicano a comprometerse a “revisar” el asunto y corregir, si es el caso, según afirmó.

Este lunes 24 de diciembre, nos despertamos con el anuncio que hizo el director general del IMSS, el ex panista Germán Martínez. De que la institución implementará un recorte de personal aunque aseguró que será sin tocar a médicos y sindicalistas.

Germán Martínez, anunció que “adelgazará” la nómina al reducir el número de plazas en las delegaciones y mediante la fusión de departamentos poco estratégicos a efecto de fortalecer las áreas de urgencias.

A tres años. Pienso que todas estas afectaciones que ha causado el gobierno de López Obrador están analizadas y calculadas; que su equipo de colaboradores consideró que las reacciones negativas habrán de surgir durante los primeros meses de la administración pero que paulatinamente irán menguando hasta olvidarse y ocultarse con los logros que alcance su gobierno.

Si eso es cierto, entonces ellos las estarán considerando como “daños colaterales”; es decir, como afectaciones mínimas que si bien son negativas para su proyecto de gobierno, no alcanzarán a dañarlo y, por ende, no alterarán el rumbo trazado.

La medición real de esta condición serán las elecciones intermedias de 2021. Y Por eso, porque todos los políticos lo saben, es que dentro de sus cálculos es importante comenzar a prepararse ya, para esa contienda.

Para la elección de ese año, habrá entidades clave pues en ellas se competirá por la gubernatura. Por eso, desde ahora son prioridad Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora.

Sus resultados nos dirán si la llamada cuarta transformación es real o, por el contrario, no demostró ser diferente a los demás.

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