¿Cuánto vale el rebozo?”, pregunta la mujer a Sandra Ramírez Pérez, quien atiende un puesto de banderas y artículos patrios afuera de un supermercado. La joven suelta el precio. La clienta regatea un poco y la vendedora acepta dar el descuento. Sandra logra una venta más. Con los festejos por la Independencia de México, la chica llega a vender desde lábaros patrios, hasta blusas y rebozos tricolores, pasando por adornos para el cabello, uñas postizas y juguetes, todo con motivos mexicanos.

Comienza el mes de la patria y la ciudad se pinta de verde, blanco y rojo. Las calles lucen la decoración e iluminación que busca enaltecer el fervor patrio en la población. Con las fechas, también llegan los puestos con toda la parafernalia para festejar otro año de independencia y libertad.

Sandra, joven originaria de Toluca, Estado de México, atiende uno de estos puestos ubicados afuera de una tienda, en Plaza de las Américas. En su puesto tricolor hay artículos diversos: Banderas de todos los tamaños, blusas bordadas, rebozos, pines, aretes, collares, decoraciones para la casas. Hay de todo.

Mientras espera la llegada de los clientes, la joven mexiquense acaba de armar unas pequeñas banderas. Les coloca un palito de madera como asta, con la punta de lanza y la bandera tricolor.

Es el segundo año que Sandra viene a Querétaro a vender durante las fiestas de la Independencia. Llegó hace unas semanas y señala que las ventas todavía no levantan, “todavía hay tiempo”, dice.

Los comerciantes que llegan, venden y se van de la ciudad
Los comerciantes que llegan, venden y se van de la ciudad

Sandra explica que le gustan las ventas porque le permite viajar y conocer otras ciudades, pues de acuerdo a la temporada, vende en diferentes lugares del país.

Cuenta que en diciembre vende juguetes en Morelia, Michoacán. En septiembre corresponde su visita a Querétaro. También acude a Campeche en cierta época, donde vende ropa. El resto del año lo hace en municipios del Estado de México.

Comenta que ya no quiso estudiar, sólo terminó la secundaria y decidió dedicarse totalmente a las ventas, “preferí andar de acá para allá vendiendo que estar estudiando”, dice.

Explica que a donde le gusta más vender es en Campeche, pues ahí sólo vende ropa, mientras que la venta en septiembre es más complicada.

“Una persona es la que se encarga de ir a surtir de mercancía. Algunas cosas las hacen ellos y yo sólo las vendo. Las banderas las hacen en Metepec [municipio conurbado de Toluca]. Este es el segundo año que vengo a Querétaro. El año pasado estuvo más o menos. Vendemos vestidos, banderas, pulseras, aretes, corbatines, silbatos, rebozos, blusas bordadas”, apunta.

Dice que cuando sale a vender fuera del Estado de México se puede ausentar de su casa hasta por 15 días o un mes. En Querétaro estará un mes. Durante ese lapso junto con sus seis compañeros vendedores, quienes también acuden a la ciudad, rentan una casa, donde comparten los gastos para el alquiler y la comida.

Durante este mes Sandra trabaja diario, de nueve de la mañana a ocho de la noche. Tienen poco tiempo para conocer la ciudad. Sólo hasta pasado el 16 de septiembre pueden ella y sus compañeros salir a pasear, aunque no lo hacen en Querétaro, pues por lo regular se van a otra ciudad para conocer otros lugares. La comida la compra en los locales que existen en la misma plaza.

Precisa que los artículos más vendidos en Querétaro son los rehiletes, banderas, cornetas y silbatos para los niños. El producto que menos se vende es el adorno para casas, cada año sobra mucho.

Sandra dice que estas fechas patrias le gustan, aunque los días que más disfruta son después del 16 de septiembre, pues ya tiene tiempo para salir a pasear. El año pasado fue con sus compañeros a Acapulco, donde lo que más disfrutó y le gustó fue el mar.

Ella asegura que disfruta su trabajo, pues es más tranquilo que hacer otra cosa, además de que en la modalidad en la que está le permite viajar y conocer otros lugares.

Agrega que ya está acostumbrada a estar lejos de su familia por semanas, aunque sabe que los volverá a ver a su regreso a tierras mexiquenses.

Sus hermanos también se dedican a las ventas, pero ellos lo hacen en la Central de Abastos de Toluca. A ella no le gusta vender con sus hermanos, “me aburre estar en un sólo lugar. Me gusta andar de allá para acá, y conocer lugares”.

Sandra vuelve a su rutina. Otros posibles clientes se acercan. Ven la variedad de productos y compran un par de aretes. Un vigilante de una camioneta transportadora de valores se acerca a ver si compra algo. Tiene que regresar pronto a su puesto, mientras que la joven vendedora regresa a su banco de plástico.

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