La UNAM anunció el programa conmemorativo del 50 aniversario del Movimiento Estudiantil de 1968. Se renovará el Memorial del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, ubicado en el inmueble “ testigo de la barbarie y del atropello de un régimen que no quiso ni supo escuchar aquellas voces, las mejores, que reclamaban, con justicia, un cambio…”. Donado por Andrés Manuel López Obrador, cuando fue jefe de Gobierno, “para mantener encendida la flama de la crítica, la memoria de la protesta, el germen del cambio social y, su vez, el tiempo perenne: el de los legítimos deseos de justicia y libertad”. (Recordar el 68, Juan Ramón de la Fuente, EL UNIVERSAL 05/03/18).

El rector Enrique Graue afirmó que el propósito es convertir dicho espacio en “referencia necesaria sobre el tema de libertades y derechos ciudadanos”. Habrá 110 actividades, subirán a la red sus archivos y se restaurará el filme icónico sobre el movimiento: El Grito, realizado por Leobardo López Arteche, que lo documenta paso a paso, desde sus primeras acciones hasta la fatídica masacre del 2 de octubre.

Por su parte Luis Raúl González, titular de la CNDH, agregó: “La democracia y la vigencia de los derechos humanos no están garantizadas”, los amenaza “el creciente escepticismo de una población que se desespera ante resultados a veces magros del régimen democrático y que no conoció, o ya no recuerda, el México de las libertades restringidas que enfrentaron los muchachos del 68…”.

Este homenaje de la lucha de los mexicanos por sus libertades y la democracia, no estará completo si olvida que en ese mismo año olímpico hubo otros episodios igualmente valiosos en Baja California y Yucatán, en los que los ciudadanos enfrentaron a los chacales del régimen político autoritario del PRI-gobierno.

La mentalidad capitalinocéntrica de buena parte de las élites culturales de la Ciudad de México, provoca el olvido o la minusvaloración de la trascendencia histórica de los acontecimientos del 68 ocurridos en otras partes del país.

El análisis histórico-político queda trunco si desconoce que en los mismos días en los que la rebeldía juvenil desafiaba a la dictadura priísta en la capital; los ciudadanos; destacadamente las mujeres de Mexicali, con el liderazgo de los panistas Norberto Corella, y en Tijuana con Luis Enciso y Héctor Castellanos, derrotaban en la urnas a los representantes del régimen y libraban una heroica batalla por el respeto al voto. En Mérida las fuerzas cívico-democráticas cerraban filas en torno a su recién electo alcalde, Víctor Correa Rachó, del PAN, a quien la barbarie del régimen hostigaba con ferocidad.

Estos sucesos son piezas fundamentales del rompecabezas que mostró el agotamiento del sistema antidemocrático postrevolucionario, que a pesar de sus relativos éxitos económicos era repudiado por amplias capas de la sociedad mexicana.

En 1968, el régimen, sin autoridad moral y desprovisto de legitimidad democrática, frente a la crítica y demandas de apertura, sin más argumentos que la defensa de una supuesta estabilidad y podrida institucionalidad, echó manos de las bazucas, la persecución de los disidentes y el asesinato de manifestantes.

Medio siglo después nos mal gobierna el mismo partido que vive una situación semejante. El rechazo de la mayoría de los mexicanos le anuncia una derrota aniquilante en julio; para evitarlo organiza ya una elección de Estado e intentará comprarlas y robárselas. Llegados a ese punto, téngase por seguro, que frente a los cachorros de los chacales de antaño aparecerá el tigre al que se refirió AMLO en la Convención Bancaria.

El PRI-gobierno no está midiendo correctamente la ira de la sociedad y por eso su estrategia para imponerse no ha funcionado, ni prosperará. Sin argumentos, recurrirá a la fuerza, al fraude y la represión. ¿Habrá que preparar un Memorial del 18?

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