Estamos en una de las semanas más importantes en la historia reciente de Cruz Azul. La derrota contra Necaxa hizo que en esta jornada doble la responsabilidad sea gigantesca: o gana a Monterrey y a Puebla, es decir, los seis puntos en disputa, o sumará otro rotundo y monumental fracaso.

Pedro Caixinha, tal vez bien intencionado, lleva cada semana responsabilizándose de las derrotas, del mal funcionamiento, pero la realidad es que es una mediocridad absoluta como se planificó este torneo, porque si tienen la gran esperanza de que el regreso de Edgar Méndez les dé los puntos perdidos, están demostrando otra vez la incapacidad desde las oficinas para armar un plantel.
Los cruzazulinos no necesitan que se den golpes de pecho, como lo hacía el Chaco Giménez y ahora Caixinha. Necesitan victorias, quieren títulos, y hoy la gran esperanza de repuntar con este nuevo proyecto está muy lejos de lo que hubieran imaginado sus siempre optimistas seguidores.

Walter Montoya camina de puntitas en el campo, el Gullit Peña, lesionado e intrascendente, José Madueña y Javier Salas, sin gravitar lo que se esperaba de ellos en el campo, y Carlos Fierro, voluntarioso, pero nada más eso. Refuerzos que vendrían a darle una nueva cara, junto con el entrenador portugués, y hasta ahora todo sigue igual que el proyecto de Paco Jémez, Tomás Boy, Sergio Bueno, Luis Fernando Tena; es decir, nada cambia.

Por eso es ahora o nunca. Estos seis puntos son vitales para despertar, porque lo benevolente del campeonato permite que ensucies la primera parte del mismo y puedas salir campeón, obligación que debe estar presente en Pedro Caixinha y no en demagogia barata cada que tienen un partido perdido.

Como a Juan Carlos Osorio lo contrataron para llegar al quinto partido del Mundial, a Pedro Caixinha lo regresaron a México para ganar el título que hace 21 años no consigue el club. No debe perder eso de vista, como tampoco que si argumenta que su proyecto va a funcionar a mediano o largo plazo, no sirve para un equipo urgido de campeonatos. Así que en vez de pretextos, que se apliquen en una reacción que merecen sus golpeados aficionados, ellos que siempre que inicia un torneo creen que ahora sí es el bueno.

Es una jornada doble donde hay riesgo de que algunos entrenadores sean cesados. Veracruz sigue abrazando la posibilidad de que no exista el descenso o Lobos BUAP se caiga, pero ambos clubes están en riesgo latente y esta semana será crucial para su futuro inmediato. Y Chivas; sí, ese proyecto que tanto han defendido internamente para que continúe Matías Almeyda, si tampoco saca los seis puntos contra Querétaro y Pachuca, el argentino será insostenible en el banquillo.

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