En el último debate presidencial de la campaña del 2020, Donald Trump necesitaba una victoria clara para, en teoría, reducir la distancia que mantiene Joe Biden rumbo a la elección presidencial, que está ya a una semana de distancia. Aunque Trump mostró una cara distinta, con un tono más mesurado, Biden evitó cometer errores graves. Al final, nadie ganó realmente y un empate beneficia siempre a quien va adelante. Así, Trump enfrenta los últimos días de la campaña en franca desventaja.

¿Qué necesita cada uno para ganar el próximo tres de noviembre? ¿Cuál es la combinación de estados para llegar a la Casa Blanca? ¿Cuál entidad es indispensable para cada uno? Para Biden, la fórmula es sencilla. Necesita ganar los 20 estados que obtuvo Hillary Clinton en el 2016 y reconquistar Michigan, Wisconsin y Pensilvania, las tres piezas clave del llamado “cinturón del óxido” que Trump logró arrebatarles a los demócratas, contra todo pronóstico y por apenas 70 mil votos, hace cuatro años. Esa combinación llevaría a Biden hasta los 278 votos electorales, suficientes para ganar. ¿Qué tan probable es ese resultado? Hoy en día, Biden mantiene una ventaja clara en los tres estados (por clara, quiero decir por encima del margen de error de los sondeos). El estado más preocupante para Biden es Pensilvania, pero incluso ahí el margen a su favor en las encuestas es de cinco puntos porcentuales. Si Biden pierde Pensilvania, estaría obligado a ganar alguna otra combinación, ya sea Arizona y Carolina del Norte, con 25 votos electorales entre ellos, o Florida, con sus 29 votos electorales. De nuevo: a una semana de la elección Biden está adelante en esos tres estados, aunque por márgenes mucho más pequeños (alrededor de tres puntos porcentuales). Las probabilidades, entonces, sugieren que Biden tiene muchas más combinaciones favorables para llegar a la Casa Blanca que las que tiene Trump. Es más: en este momento es más probable un triunfo holgado de Biden que un regreso histórico de Trump. Si Biden ganara todos los estados en los que lleva ventaja en los sondeos su victoria sería mucho más contundente que la de Trump en el 2016.

Para Trump, el camino a la reelección pasa por dos estados indispensables: Florida y Pensilvania. Además, Trump tiene que asegurarse de cerrarle la puerta a Biden en Arizona o Carolina del Norte, además de darle la vuelta a las encuestas en estados tradicionalmente republicanos como Georgia y Iowa. Si Trump gana Pensilvania y Florida, además de Arizona o Carolina del Norte, puede darse el lujo de perder Michigan y Wisconsin, estados clave para él en el 2016. Pero incluso esta combinación improbable le significaría un triunfo estrechísimo, sin margen de error alguno. Pero el estado clave, la pieza fundamental en el tablero trumpista, es Pensilvania, estado que ganó por apenas 40 mil votos en el 2016. Si pierde ahí, seguramente perderá la elección. El problema para Trump es que el perfil del electorado de Pensilvania parece favorecer a Biden, cuya fortaleza central está en su atractivo entre los votantes blancos de la clase obrera y los afroamericanos (además de que nació en Pensilvania, asunto que no garantiza nada pero que ciertamente puede ayudarle). Biden incluso aventaja a Trump en sitios como el condado Erie, al noreste del estado, que fuera una pujante zona industrial pero que atraviesa por una tremenda depresión desde hace tiempo. Sin lugares como Erie, Trump la tendrá complicada.

El equipo de Trump debe saber que su candidato está en problemas. Reducir una desventaja de cinco puntos en una semana no es una misión imposible ni inédita. En el 2016, Clinton también parecía encabezar los sondeos en Pensilvania. La diferencia esta vez es doble: Clinton no es Biden y el número de votantes aún indecisos es menor a la que vimos hace cuatro años. Si ha de ganar Pensilvania y la elección, Donald Trump necesita que la última semana sea suya por completo y que su base de votantes, sobre todo en las partes más conservadoras y rurales de ese estado y varios otros puntos de Estados Unidos, se presenten a votar de manera prácticamente inédita. De acuerdo con los cálculos del Washington Post, las encuestas tendrían que subestimar el respaldo a Trump en al menos 6 puntos en promedio para que ocurriera una sorpresa tan grande como la del 2016. Eso, o el regreso más extraordinario de la historia moderna de las elecciones en Estados Unidos. Se ve difícil…pero no imposible.

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