¡Qué bonitas son nuestras tradiciones!, justo el pasado jueves dimos inicio a las tradicionales posadas, nueve días previos a la Navidad, disfrutando con un ponche calientito, aguinaldos, luces y “la piñata”.

Dirían por ahí, “todos somos amigos hasta que llega la hora de la piñata”, y justo de eso quiero platicarles, hace unos días buscando precios para comprar una serie navideña y unas botas de dulces en el Mercado Escobedo, en el Centro Histórico de nuestra amada ciudad de Querétaro, escuché a un papá contarle a su pequeño hijo el significado de las piñatas, un poco de historia, su origen, el por qué de cada pico y sus colores. No se escuchaba nada mal, la verdad es que el niño estaba muy atento a las palabras de su padre, y gran parte de lo que dijo, es verdad, sin embargo, durante su relato mencionó que las piñatas son de origen mexicano, pero que el papel de china que utilizan regularmente para el adorno es de China, por eso su nombre.

En cierto modo no está del todo mal, pues el papel hecho a mano fue inventado por el chino Ts’ai Lun, su aportación fue la de fabricar papel a partir de la corteza de árboles, restos de cáñamo, viejos retales y redes de pescar; con el paso del tiempo, Japón se vio influenciado por China y logró refinar el arte de elaborar papel utilizando tres tipos de fibras: kozo, mitsumata y gampi. Después llegaría a Europa y de ahí se extendería por el mundo entero. En lo que no estuvo bien, fue en el origen, pues la piñata no es propia de México. El surgimiento de las piñatas tiene dos versiones, una que se basa en la antigua China, en específico a “Los viajes de Marco Polo”, ya que en el libro documenta que en una de sus travesías por Asia, vio cómo se rompía una figura de buey rellena de semillas para celebrar el Año Nuevo chino. Se dice que fue él quien llevó la tradición a Italia, de ahí se pasó a España y, después, los españoles la arraigaron en el Nuevo Mundo, y con ello surge otro significado. La segunda es que la civilización maya practicaba un juego con los ojos vendados, el cual consistía en colgar con una cuerda una olla de barro llena de cacao y tratar de romperla. En la actualidad la han adoptado en gran parte del mundo, quizá no como nuestra estrella tan representativa de estas fechas, pero sí en celebraciones de cumpleaños o de una manera más coloquial: Argentina, Puerto Rico, Cuba, Colombia, Ecuador, El Salvador, Bolivia, Perú, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Chile y Venezuela.

Para quienes aún se quedaron con duda, esta tradición llegó a México en el año 1586, los frailes agustinos de Acolman de Nezahualcóyotl recibieron autorización del Papa Sixto V para celebrar las “misas de aguinaldo”, que luego se convertirían en las posadas que ahora conocemos. Fue en esas misas que tuvieron lugar en los días previos a la Navidad que los frailes la introdujeron como ayuda para evangelizar la región. La original tenía forma de estrella con siete picos. Los picos representan los siete pecados capitales y los brillantes simbolizan la tentación. La piñata se transformaba en una representación de la fe ciega y de la virtud o la voluntad para vencer el pecado.

Por cierto, las luces están en buen precio, una serie de 120 focos tiene un costo de 80 pesos y las botas de dulces de 400 gramos de “La Rosa”, 45, les paso el tip por si alguno de ustedes, queridos lectores, está en la búsqueda.

*Periodista y conductora
Premio Nacional de Locución otorgado por la ANLM
Twitter @NatividadSanche
Facebook.com/NatividadSánchezB

Google News