En estos momentos de crisis sanitaria, la ciencia está tomando un papel indispensable en la cotidianidad. En mi opinión, ésta siempre ha estado presente en la cultura universal, de manera tácita y de vez en cuando, de manera explícita.

Hoy vivimos el momento “explícito”, que coincide con la necesidad nacional para darles espacio a divulgadores y periodistas; para que los primeros desplieguen estrategias de comunicación, mientras que los segundos, demuestren su comprensión del método científico.

Por otro lado, están quienes producen ciencia, desde diversas áreas del conocimiento. De esta manera, cada grupo en los diferentes centros de investigación o universidades, realizan preguntas (propiamente, deberíamos decir que se plantean hipótesis) que deberán ser respondidas con experimentos. Así, los resultados que se presenten responderán y darán pie a nuevos cuestionamientos. Pero, en cada pregunta con su correspondiente respuesta, se establecen límites y se marcan alcances. La experiencia es quizás similar a abrir una puerta que nos lleva a un nuevo cuarto desconocido, pero siempre dentro de ciertas fronteras. Es decir, hay una variedad muy grande de enfoques en las ciencias naturales, que se  magnifican si consideramos a las ciencias sociales y más aún, las interacciones que ambas, las naturales y las sociales, poseen.

En México, diversas agrupaciones de científicos, incluso Premios Nacionales de Ciencia y Tecnología han alertado que las medidas implementadas por el Gobierno han sido incorrectas. ¿Debería el Gobierno mexicano escuchar estas voces? Yo creo que sí, bajo reservas y de manera incluyente, incluyendo a las áreas de psicología, sociología, economía y derecho, por mencionar una muestra de la diversidad en el conocimiento. Pero, ¿a qué reservas me refiero? Las impuestas por los límites y alcances que cada área supone.

Me explico: en la producción de ciencia, uno de los momentos estelares está en la publicación de resultados en una revista científica de impacto internacional, documento en el cual expones ideas a un sector de la comunidad científica, pero no a toda; en las ciencias hay áreas de especialización. Si yo trabajo en la expresión genética de plantas para producir más, no postularía mi artículo a una revista que difunde el conocimiento innovador sobre cáncer. ¿Tiene sentido? Por supuesto, porque cada área plantea límites y proyecta alcances, construyendo un espacio de alta especialización, en el que el conocimiento es profundo, pero sólo sobre un espacio de la realidad; pero ¿tiene sustento para sostener un argumento holístico?

En este texto quiero hacer énfasis, desde el título, en los límites y alcances de la ciencia. Y es que diversos grupos levantan críticas severas sobre como debió actuar el Gobierno en esta crisis, lo cual no hace sino cuestionarme si se opina con un sesgo, desde el privilegio: empezando por pertenecer a la economía formal. ¿Tenemos el conocimiento del alcance de nuestras críticas, por ejemplo, sobre aquellos que viven al día en la economía informal?

Pienso que algunas personas tienen una gran comprensión de la naturaleza, pero también de la dinámica social; otros, quizás no lo tenemos. Tal vez la crítica es fidedigna por la nación y las personas que en ella habitan, pero si no reconocemos los sesgos, quizás —cuando termine la crisis sanitaria y vengan otras crisis, como una económica, consecuencia de la Covid-19—, esa bola de nieve ahora crezca tras nosotros. Porque cada tuit, cada comentario, cada contribución en los medios, en internet, no se olvida. Es un gran momento para la ciencia, en que los científicos pueden ser parte de la solución, o un personaje cuestionable a largo plazo. Luces y sombras; límites y alcances... Quizás en algún momento sepamos quién está detrás o debajo de la bola de nieve.

@chrisantics

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