Cierro la presente saga con dos bellas experiencia: Hace años en la India misteriosa, transitábamos por un estrecho camino para dirigirnos a Delhi; a la vera observamos a un viejecito caminando con trabajo, al detener el transporte a su lado, le dijimos; “Súbase, lo llevamos”, contestó: “¿A dónde y para qué?” ya en Delhi dentro  de lo mucho que aprendí se encuentra esta hermosa explicación sobre el ser humano: “Los caballos son la mente; la carreta es el cuerpo y carretero es el alma. ¿Cuál es la relación con el tema de la Libertad; ¡sencillo! La mayoría de antiguas religiones orientales, te llevan a vivir sólo el ahora y el aquí; no se atan a nada ni a nadie, saben por experiencias milenarias que, la mayoría de lo material, sólo conduce a mayores insatisfacciones, pues, mientras más se tiene, más se desea, en otras palabras. Las sociedades llamadas desarrolladas a las que se llaman “evolucionada”, en realidad han involucionado, se atan a lo material, están ligados a una o varias tarjetas de crédito, van a diario al trabajo que odian, piensan que tiempos pasados son mejores, les preocupa la Bolsa de Valores de Nueva York, la moda de París, la actricita del momento, sí, esa que excita a millones la ven a través del cine, la Tv o “en vivo”, pero se ella acuesta con uno solo. Son esclavos del celular, del cual no se partan ni siquiera para ir al baño o cuando toman sus alimentos. Se cuenta que en cierta ciudad toda una tarde se fue la luz y nadie pudo ver la Tv; fue entonces cuando alguien se dio cuenta de que, tenía mujer y cinco hijos.

Así es como dicen vivir.  La libertad no se consigue ni con tu plata, tu automóvil, tu mansión, tu compañera que de tanto estirarse la cara por cirugías plásticas ahora, cuando alza las cejas se le restiran las rodillas. Liberta, es el viaje hacia tu interior. No es libre al que le sobra lo material y nunca es suficiente; libre es aquel disfruta lo esencial: El sol que estalla cada día, el nacimiento y sonrisa de los niños, quienes, por su inocencia, van de asombro en asombro pues todo les resulta nuevo, el aroma de los bosques; la fragancia de río y mares, el viento que acaricia nuestros rostros. Todo lo escribo en memoria de Meena (en español: Piedra Preciosa) nativa de la India convencido de que, el explicarlo es la expresión final de mi gratitud, hacia ella y de mi firme e inquebrantable propósito de continuar buscando lo que ella añoraba: ¡La Libertad! (Fin)

Especialista en Derecho del Trabajo, 
Certificado por el Notariado de la Unión Europea

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