México tiene que ser cada día más un país de leyes, una auténtica democracia y un Estado de Derecho donde se respeten las reglas que hemos establecido para nuestra convivencia y para poder vivir en paz, con desarrollo y con una mejor calidad de vida.

Para lograr esto, la tarea legislativa es de gran importancia como un esfuerzo colectivo derivado de un diálogo entre las distintas fuerzas políticas, y que se alimenta permanentemente de la escucha cercana de las y los ciudadanos, para poder hacer un diagnóstico preciso de los cambios que vive nuestra sociedad y de las necesidades que las personas necesitan que se atiendan.

Los miembros del Poder Legislativo tienen que trabajar con respeto y con tolerancia si queremos aspirar a un México más justo y más próspero, que brinde mejores oportunidades a todas las familias mexicanas.

En este sentido, también se necesita tomar en cuenta a todas las voces, especialmente las de los ciudadanos que se verán afectados por las decisiones legislativas. Porque la principal guía del legislador debe ser la de servir al pueblo y no a su grupo político, porque esto nos llevaría a un servilismo de partido que causa una enorme desilusión sobre la utilidad del trabajo de los legisladores: sin diálogo no existe una auténtica representación, sin debate no hay intercambio de ideas y sin independencia llegamos a la subordinación del legislador a intereses que no son los del pueblo de México.

Tomar decisiones sobre la vida nacional sin rendir cuentas de sus acciones, hace que los legisladores le resten poder a los ciudadanos y que traicionen su confianza para ser sus dignos representantes. Quien así actúa no está haciendo equipo con los mexicanos y no está representando su voz para resolver nuestros problemas juntos y para mejorar nuestra calidad de vida.

Ser un legislador responsable significa estar dispuesto a trabajar en colaboración con otros legisladores y funcionarios del gobierno para lograr el bien común; significa tener el valor, la ética y la transparencia para ser independiente de otros poderes y de otras influencias; significa enfrentar el desafío de generar ideas para mejorar nuestra calidad de vida.

El bien común debe ser para todas y para todos, o de lo contrario México será un país dividido en camarillas, en intereses y en egoísmos, que nos impiden avanzar como nación. Como sociedad vamos todos juntos en la misma barca, esto no debe olvidarse, nos unen lazos muy profundos como mexicanas y mexicanos, y por eso los legisladores tienen la enorme responsabilidad de hacer y respetar las leyes que den forma a ese futuro común.

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