El pasado 9 febrero se conmemoró en el Castillo de Chapultepec, 105 años de la Marcha de la Lealtad, que une la historia y la epopeya. La gesta heroica de los cadetes del “Heroico Colegio Militar”, ejemplo para la juventud actual. Los jóvenes cadetes en aquel entonces, no titubearon en momentos de confusión, anteponiéndolo todo, el carácter, la templanza, el deber y la conciencia defendiendo con honor y patriotismo la integridad del Presidente de la República Don Francisco I. Madero, escoltándolo hasta Palacio Nacional.

Nadie ignora la conducta vergonzosa de aquel grupo de traidores instigados desde una Embajada, encabezados por el chacal sediento de sangre “Victoriano Huerta”. Organizaron un cuartelazo o golpe de    Eestado, iniciándose con esto la llamada “decena trágica”. El epílogo fue un crimen traidor y artero en la persona del Presidente de la República, aquel 22 de febrero de 1913.

El discurso pronunciado por el secretario de la Defensa Nacional, General Salvador Cienfuegos, quien como un siervo de la nación agradeció a la Suprema Corte el análisis objetivo de la Ley de la Seguridad Interior, reiterando que las Fuerzas Armadas serán siempre los defensores del orden constitucional y de las leyes de la República, protestando cumplirlas y hacerlas cumplir, erigiéndose como el manto protector, garantía de los poderes civiles de la República legalmente constituidos, cumpliendo siempre sin titubeos las órdenes emanadas de su comandante supremo, el presidente Enrique Peña Nieto.

Mención especial fue la lealtad a las instituciones, preservación de la democracia, y estado de derecho, inspiración y deber desde hace más de 100 años para ser frente a los retos y desafíos de este siglo.

El acto se celebró en un momento oportuno para recalcar la conducta intachable de nuestras Fuerzas Armadas, en el devenir de la historia nacional.

La efeméride anterior es muy necesaria y útil, porque nuestro pueblo tiene necesidad de alimentarse de su historia, de amar algo grande, festejando lo más sublime y sensible para despertar la conciencia nacional y creencias que no son otra cosa que el amor a nuestro terruño, a nuestra soberanía, al orden constitucional ante momentos de aparente confusión.

Que no se confundan, ayer como hoy recordamos y confiamos en nuestras Fuerzas Armadas, porque con ellos el país se siente salvaguardo del Bravo al Suchiate erigiéndose como el pilar más sólido ante escenarios complejos.

¿A quién quieren engañar esas fuerzas obscuras y ocultas?, así como algunos caballos de Troya que tratan de tergiversar las bondades de la aprobación de la Ley de Seguridad Interior, instrumento que fue aprobado por el Poder Legislativo y proclamado por el Poder Ejecutivo federal.

Las Fuerzas Armadas con responsabilidad patriótica siempre pidieron certidumbre jurídica en su actuación, para conducirse en sus actuales funciones que son ajenas a su naturaleza, como es la seguridad pública. Algunos despistados y perversos aduciendo razones meramente políticas argumentan que se trata de militarizar al país, lo cual es una verdadera pamplina.

También se ha inventado una ofensiva sucia contra el propio secretario Salvador Cienfuegos, quien acredita con creces una carrera de compromiso, lealtad y profundo amor a México, por un supuesto doctorado “Honoris Causa”, distinción que no requiere, no la necesita porque tiene el reconocimiento de su lealtad a las instituciones nacionales del pueblo mexicano.

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