A pocos días de marcharse del INE, la dupla de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama dio esta semana dos muestras de su absoluta falta de ubicuidad.

El lunes 13 de marzo circuló en redes sociales un video (shorturl.at/hoQS9), donde en plena sesión el consejero presidente se ríe, mofa y hace muecas, mientras la diputada de Morena, Julieta Ramírez, expone la posición de su partido frente a la reincorporación de Edmundo Jacobo a la secretaría ejecutiva.

Hay que ver el rostro de Lorenzo Córdova, su soberbia y su risa socarrona. Esta no solo evidencia el desprecio que él y su grupo político le han tenido siempre al movimiento popular que representa AMLO, a cuyos seguidores consideran intelectualmente inferiores, y a quien no perdonan haber logrado lo que ellos nunca conseguirán: conquistar el poder.

Pero la insultante sonrisa de Lorenzo Córdova es más que eso. Lo que en el fondo exhibe es cómo un funcionario designado (subrayo la palabra designado) absurdamente cree ostentar un puesto de representación. Cómo no se da cuenta que, al mofarse de una legisladora federal, se está mofando de los electores de ésta, y hasta del Poder Legislativo que lo nombra a él mismo como consejero.

En el fondo, esta actitud refleja la lógica con la que operan las élites del viejo régimen, quienes siempre han pensado y actuado como si cualquier puesto –ya de representación, ya por designación— es un espacio para hablar a nombre de sus intereses y defender a los suyos.

Mucho más grave aún es lo que el jueves 16 hizo Ciro Murayama, al reírse de otro legislador federal de Morena, Hamlet Almaguer, por su pertenencia a la Luz del Mundo. Como es sabido, el líder de esta Iglesia es Naasón Joaquín García, quien hoy cumple una condena en EU por pederastia.

Muy en el estilo que suelen emplear los legisladores para golpear a sus pares en el Pleno, Murayama —otro que se comporta como si ostentara un cargo de representación— le dijo a Almaguer:

“…Aunque hay quien defiende a la Luz del Mundo, eso les lleva a la oscuridad de no saber leer ni el orden del día”. 
Pongamos las cosas en claro: Más que “defender”, Almaguer pertenece a esta Iglesia, como otros son parte de la católica, la judía o la ortodoxa.

No hago aquí una defensa de Naasón, quien de hecho se reconoció culpable de los actos por los que se le acusó. Sin embargo, no se puede estigmatizar a toda una comunidad a partir de la conducta de un individuo. Proceder de esta forma no es distinto a proferir que los mexicanos son violadores y asesinos, como lo hacía Trump.

Por eso es que el de Ciro Murayama es un discurso de odio, abiertamente discriminatorio, y un inaceptable acto de intolerancia hacia una minoría religiosa.

No hace falta más que preguntarse: ¿qué pasaría si en una sesión del Consejo General del INE, un integrante hubiera sido tachado de pederasta, por el simple hecho de ser católico, cuando en esta Iglesia se ha contado más abusadores de menores que en cualquier otra?

O piensen por un momento: ¿cómo hubiera reaccionado toda la opinión pública si se hubiera descalificado a algún integrante del Consejo General del INE, por el hecho de ser judío?

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