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El ejército es de las pocas instituciones del Estado que goza de una excelente percepción entre la sociedad por la nobleza de su labor en favor del pueblo.
Su presencia ha contribuido a preservar la vida de muchas personas en aquellos estados y municipios donde la delincuencia organizada actúa. Ha sido la propia sociedad la que demanda y agradece su presencia, y la que llora su ausencia.
Para quitar a las fuerzas armadas del combate a la delincuencia organizada —que no le corresponde—, se creó la Guardia Nacional que, por instrucción de AMLO, poco actúa en contra de quienes gozan de la simpatía y protección del presidente, lo que ha multiplicado el número de víctimas (124 mil), la drástica caída de decomisos, la impunidad de los delincuentes, la extorsión a los empresarios y a la propia Iglesia, el cobro de piso, la migración y el abandono de poblados enteros por la inseguridad, entre otras cosas.
La disciplina, valor, lealtad y patriotismo de las fuerzas armadas no está a discusión. Los soldados han sido humillados, desarmados, secuestrados, insultados, golpeados y perseguidos, en fiel cumplimiento de la orden presidencial de no tocar a los delincuentes. Esta situación ha generado fuerte malestar en las filas de la milicia por el trato denigrante y soez a sus integrantes.
Aunque dentro de los militares en activo y en retiro hay mucho enojo, pocos son los que se han atrevido a hablar y a expresar su inconformidad. El más reciente caso son los mensajes del general de brigada en retiro, Mauricio Ávila Medina, quien a través de las redes sociales invita a la sociedad a participar para que en las próximas elecciones se cambie de régimen ante el riesgo de que el país se hunda en el caos a donde lo lleva esta administración.
El pasado 4 de julio fue convocado a comparecer como indiciado ante la Fiscalía General de Justicia Militar, sin mencionar, los probables delitos que cometió, aunque ha trascendido que el motivo principal es su crítica a la ineficaz estrategia de seguridad presidencial.
Como pocas veces se ha visto, en las redes sociales hay indignación por el intento de silenciar a este militar cuya voz representa a una gran parte de los ciudadanos y a muchos militares en activo y en retiro, que ven con preocupación el daño que sufre la sociedad ante la delincuencia consentida (permitida y afectivamente cercana al Presidente).
No han faltado muestras de apoyo al general Ávila Medina ni señalamientos de una posible justicia selectiva que protege a los cercanos a la 4T, como al titular de la Guardia Nacional, quien participó en un evento partidista de Morena. Ni tampoco a quien abiertamente llamó a la ciudadanía a apoyar el proyecto de la 4T, y que no han sido llamados a comparecer.
Contrariamente a lo que algunos apuestan, las fuerzas armadas permanecen unidas y resolviendo sus diferencias. Tampoco están ciegas ante los errores de la “estrategia” de seguridad, ni han dejado de hacer propuestas para mejorar su eficacia, pese al rechazo del presidente a cambiarla; ni están sordas ante el reclamo de millones de mexicanos que demandan seguridad y justicia; ni han perdido la brújula de sus lealtades al titular del Ejecutivo y a la Constitución.
El presidente pronto se irá, junto con su fracasada “estrategia” de seguridad. Y las fuerzas armadas habrán de reencausar su rumbo y dejar atrás las humillaciones que han padecido. Esto, sin duda, sería la esperanza de millones de mexicanos.
Periodista y maestro
en seguridad nacional