Recientemente he escuchado y leído a personas que se refieren a las mujeres que marchan, se manifiestan y luchan por los derechos humanos como “feminazis”. Incluso funcionarios públicos se han expresado así, públicamente, de reconocidas feministas. Creo importante que quienes deciden usar ese término deben conocer su origen, para no ser acusados —además de mezquindad— de ignorancia.

Las primeras dos sílabas de la palabra corresponden etimológicamente al término latino fémina, mientras que las últimas dos hacen referencia a la ideología totalitaria, encarnada en la Alemania de Adolfo Hitler. Esta ideología, tristemente actual, incorporó —además del concepto patriarcal homocentrista— la supremacía racial, lo que llevó a la institucionalización de fábricas de matar a fin de exterminar a judíos, gitanos, homosexuales, lesbianas, personas con discapacidad y por supuesto mujeres feministas. Esto culminó con el asesinato sistemático de más de once millones de personas.

El término “feminazi” se remonta a 1992 y se atribuye a Rush Limbaugh, un comentarista estadounidense de ultra derecha que se destacó por sus expresiones misóginas, homofóbicas y racistas. Entre otras cosas, Limbaugh promovió las expresiones discriminatorias y denigrantes de Donald Trump en contra de los  migrantes mexicanos. En su libro The Way Things Ought to Be ("Como deberían ser las cosas"), equiparó las exigencias feministas con un “holocausto moderno”. Limbaugh es un ejemplo de una ultraderecha que ha cobrado fuerza para justificar la imposición de mecanismos de control y castigo en contra de las mujeres que ejercen su derecho a la elección reproductiva y el libre desarrollo de la personalidad. Es evidente que quienes utilizan el término “feminazi” comparten la convicción machista y misógina de que el hombre es superior a la mujer y que, por tanto, la mujer debe ser puesta en su lugar.

Utilizar este término para desacreditar la lucha feminista, contribuye a la violencia que viven millones de mujeres y niñas en un México donde diez de ellas son asesinadas todos los días y 51 denuncian agresiones sexuales. Esto sin contar la cifra negra de las que guardan silencio por miedo a represalias, a ser re-victimizadas o agredidas por funcionarios que utilizan términos como “feminazi” para desacreditar sus reclamos.

El feminismo es un movimiento socio-político con más de trescientos años de aportaciones de miles de académicas, activistas y políticas que defienden los derechos humanos de todas las personas —hombres y mujeres.

Las jóvenes —que hoy son criminalizadas y llamadas “feminazis”— exigen cosas tan simples como salir de sus casas sin temor a no regresar, caminar por las calles sin ser acosadas y por no ser consideradas meros objetos sexuales. Marchan por el respeto de sus derechos, por la igualdad de oportunidades y por vivir una vida digna y libre de violencia

Las “feminazis” no existen. Lo que sí existe es el odio que esa palabra promueve.

Directora Regional de CELAPAZ e integrante de la Red Nacional de Alertistas. 
Twitter: @mcruzocampo 
Fb: maricruz.ocampo

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