Durante el periodo de cuarentena por la COVID-19, muchas de las actividades económicas se detuvieron, dejando solo espacio laboral para aquellas consideradas esenciales. Dentro de los sectores imprescindibles se encuentran las industrias agroalimentarias; si las afectaciones económicas son grandes, la ausencia de productos de la canasta básica resultaría en una catástrofe de una dimensión superior.

El acceso universal a la alimentación, en cantidad y calidad, disponible sin intermitencias ni condiciones —es decir, la seguridad alimentaria— es una meta que los gobiernos de todo el mundo, en teoría, persiguen para el bienestar de la sociedad que representan. Sin embargo, dicha seguridad no ha sido alcanzada por países en vías de desarrollo, incluido México; si no se ha logrado en tiempos de bonanza y crecimiento económico, menos en condiciones inesperadas como el azote de una pandemia.
Proveer a la población de alimento, es indispensable e incluso una obligación que debe ser cumplida como derecho humano.

Reconociendo que el reto es multidimensional, aquí esbozaremos dos proyectos que pretenden mostrar el potencial que tiene la horticultura para producir más (en el ámbito internacional) e incluso, contribuir en la cultura de paz (en el ámbito local).

En marzo de 2020, en la revista científica Nature se publicó un artículo del grupo de investigación encabezado por la investigadora Jill Edmonson. En esta investigación se exploró el potencial que tiene la horticultura en espacios urbanos, usando una ciudad de Reino Unido como estudio de caso. Los huertos urbanos han tomado importancia en ciertos grupos dentro de las ciudades, muchos de ellos influenciados por interés en tener una alimentación más saludable; sin embargo, su potencial para proveer de alimentos a la ciudad en que se producen ha sido acaso una idea intuida, pero no cuantificada.

Para ello, se realizó un análisis de datos espaciales obtenidos de plataformas como Google Earth Imagery, cuyo resultado indica que existe espacio con potencial productivo superior a cuatro veces el requerimiento de hortalizas en dicha ciudad. Sin embargo, también exponen las limitantes sobre el desarrollo de tecnología y los cambios sociales para su implementación, así como la voluntad política y del sector privado para que esto suceda.

El Reino Unido se encuentra muy lejos, así que conviene cuestionarse ¿cómo será el potencial y limitantes en un país como México? ¿Son las condiciones siquiera equiparables? Al respecto, Pedro Gilberto Lobato Cruz, de la Dirección General de Cultura de Paz y Derechos Humanos del estado de Veracruz, indica que no son equiparables debido a que “en el Reino Unido se ve el derecho de reunión, de acceso a espacios; en México además se ve un proceso de libre determinación sobre aquello que te dijeron es lo sano”.

Y es que los huertos urbanos son quizás un aspecto que nace en el germen citadino, en Reino Unido o en México. Particularmente en nuestro país se estima que los huertos y pequeños productores, alimentan al 80 % de la población. Entonces, los huertos en zonas rurales tienen potencial productivo, pero su labor social ha sido planteada de una manera aún más ambiciosa: como espacio de generación de una cultura de paz.

En un artículo publicado en la revista científica Nthe, la Doctora Margarita Cruz Torres de la Universidad Autónoma de Querétaro, describe una de las funciones de los Albergues Escolares Rurales, iniciativa que nace en los años 80 en el estado con la finalidad de dar asistencia a niños y niñas en estado de vulnerabilidad, provenientes de comunidades dispersas, con alto grado de marginación y que han crecido en un entorno de violencia. En estos espacios, reporta la Doctora Cruz, el trabajo comunitario en huertos resulta en la incorporación de habilidades para transformar de forma positiva sus conflictos y necesidades tanto personales como sociales.

Además, en este ambiente se promueve una buena alimentación mientras se desarrollan técnicas relevantes para la producción de alimentos, en primera instancia para subsistencia, pero con potencial comercial. El huerto resulta multipropósito e incluso, dado que las labores y el trabajo en los huertos inician desde la preparación de la tierra, se sensibiliza al cuidado del medio ambiente.

“El huerto como espacio o laboratorio de transformación, implica ocupar instrumentos cotidianos para generar comunidad”, puntualizó Pedro Lobato. Así, aunque la producción agroalimentaria es una actividad esencial, son diversos los enfoques con que se plantean y desarrollan los proyectos de investigación y las propuestas técnicas; cada uno tendrá pertinencia en un ámbito geográfico e incluso temporal.

@chrisantics

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