Para muchos, decidir sobre asuntos simples o complejos en la inmediatez y prisa de la situación puede significar ser práctico, la idea imperante será resolver rápidamente, destrabar asuntos o simplemente generar movimiento rompiendo la inercia que la procrastinación, el desgano o el momento nos imponen; para otros, la toma de decisiones puede significar todo lo contrario, el análisis de los contextos, el escrutinio de la información, el origen e implicados en el tema o asunto y las repercusiones de la decisión tanto en el corto como en el largo plazo.

#DesdeCabina, esta semana, quiero traer a la mesa virtual de esta conversación en la que pocos se sientan, menos miran y luego en silencio opinan, el reto de tomar decisiones, este proceso, para algunos doctos de la gestión directiva, estratégico, no debe tomarse tan a la ligera, y debe afinarse a lo largo de la vida profesional, tanto como el nivel de responsabilidades lo permita.

Para empezar, sin que las siguientes líneas representen una breve clase de gestión ejecutiva, si es importante plantear primordialmente que la “toma de decisiones” debe entenderse como un proceso, el cual inicia por la identificación de un problema a resolver como primer paso, seguido de la compilación del máximo de información, en un segundo momento, que apoye la creación de posibles soluciones o alternativas como un tercer paso. Estos tres primeros pasos o etapas en el proceso son cruciales y deben hacerse preferentemente en equipo (existen técnicas y herramientas para ello). El cuarto momento o paso es la valoración de las posibles soluciones, es decir, identificar las ventajas y desventajas de una u otra decisión (para cada una de las alternativas) y sobre todo, imaginar o visionar las implicaciones para cada una de ellas; el quinto paso es la elección de alguna de las alternativas previamente valorada, este es el momento de decidir per se.

Ahora que se ha tomado la decisión llegó el momento de ejecutar, de comunicar y accionar, este es el sexto paso, al que muchos llegan brincándose por completo los cinco previos momentos. Como lo indicaba al inicio de este texto, con la intención -quiero suponer mayormente buena- de ser prácticos. Finalmente, debe cerrarse este proceso de toma de decisiones con una revisión posterior de los impactos, tanto positivos como negativos de la decisión tomada, es aquí donde se genera conocimiento, donde se construye la experiencia necesaria para uno y para una organización alrededor de la toma de decisiones en un contexto particular. Documenta todo el proceso debería ser algo natural, pero mayormente se olvida.

Ahora que la toma de decisiones en diversas cúpulas de la vida de nuestro país sorprende en demasía, es cuando más estamos invitados a la reflexión y a sobre todo a la optimización del proceso de toma de decisiones, no podemos obviar las implicaciones e impacto de cualquier decisión, no podemos pretender permanecer exentos de la revisión del impacto que hayan tenido, tiene o podría tener una o unas decisiones a lo largo del tiempo. La toma de decisiones debe de hacerse con plena conciencia, no apurada por la inmediatez. Aprender a tomar decisiones debería de ser una competencia más para la vida.

@Jorge_GVR

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