“El que no aspira, no respira”. Esa fue la frase que me dijo alguna vez un secretario de Gobernación al referirse a los políticos en México y el mundo.

Es perfectamente normal que un servidor público aspire a un mejor cargo popular.

Por ello es legítimo y comprensible que el actual subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell (HLG) tenga sus propias aspiraciones.

Lo que resulta realmente inexplicable es que, en lugar de concentrarse en hacer excepcionalmente bien el encargo actual para así poder tejer un camino más sólido y bien ganado hacia un mejor puesto, haga lo contrario.

Su trabajo como encargado de enfrentar la Covid-19 es que se contagie y muera el menor número de mexicanos.

Y la principal tarea al estar en los hechos ya al frente de la Cofepris es lograr agilizar los procesos burocráticos para que México tenga varias vacunas y tratamientos para los que enfermen de coronavirus y que esto suceda al mismo tiempo que en Estados Unidos, Europa y América Latina.

Además, esa ha sido la instrucción presidencial que recibieron el canciller, Marcelo Ebrard, el titular de la Cofepris, José Alonso Novelo, y el propio subsecretario.

Pero López-Gatell está haciendo exactamente lo contrario. Según varias fuentes a las que he tenido acceso, desde distintos ámbitos tanto públicos como en las empresas intentando agilizar la llegada de la vacuna y tratamientos a México, el nombre recurrente para explicar diques y obstáculos para que ello suceda es HLG.

Ya sabemos que ha estado en contra del uso del cubrebocas y de la aplicación de pruebas. 
Pero en el tema de los tratamientos y las vacunas, realmente hay incredulidad ante la actitud que ha asumido López-Gatell.

Sobre todo al ver que otros países ya tienen planes y estrategias para vacunación mientras que en México el subsecretario no ha presentado nada y se ha dedicado a declarar en contra de todas las vacunas que se están trabajando actualmente en el mundo.

Primero ha obstaculizado vía la Cofepris que tiene cooptada, la entrada del tratamiento Remdesivir que, para mayores señas, fue uno de los utilizados para salvarle la vida a Donald Trump.

A México es un medicamento que no se le permite actualmente la entrada. Prohibición que ocurre sin explicación.

Lo mismo pasa con los procesos para compra de vacunas.

Mientras en la cancillería se ha hecho un trabajo profesional para tratar de que México tenga acceso a la o las primeras vacunas que logren su aprobación, una vez que ese enlace con laboratorios y/o empresas se logra, la bolita queda en la cancha de la Secretaría de Salud para los tramites de aprobación y planes de distribución. Pues todo ello está frenado en el dique llamado López-Gatell.

Haciendo un recuento de las declaraciones de HLG, lleva desde el 25 de junio y hasta la fecha hablando en contra de cada esfuerzo por lograr que una vacuna llegue a México.

En la conferencia vespertina del 9 de noviembre, tras el anuncio de Pfizer de 90 por ciento de efectividad en su vacuna, declaró que la información venía sólo de la prensa.

Afirmó “tenemos que ser mesurados y no porque salga una buena noticia debe apresurarse el análisis ni dejarnos llevar por presiones políticas.”

¿A qué presiones políticas se referirá López-Gatell? Tal parece que siente que si llega la vacuna a México, alguien más (¿Ebrard?) y no él, recibirá los réditos políticos. Su aspiración es criminal. Está matando a los mexicanos.

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