Agotados de padecer durante cuatro años la toxicidad de un presidente que gobernó a golpe de “tuitazos”, muchos recibieron la llegada del 46º presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el pasado 20 de enero, con la expectativa de que el mundo entero tendrá la oportunidad de que las democracias encuentren un nuevo camino de eficacia política y capitalismo inclusivo.

Las primeras órdenes ejecutivas tomadas por Biden para revertir las políticas de Trump son alentadoras. Combate a la pandemia; reencuentro con la Organización Mundial de la Salud; retorno al acuerdo de París; reforma migratoria que establece un camino hacia la ciudadanía a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados y el fin de la construcción del muro fronterizo; y, reformas sociales para acabar con el “racismo sistémico”.

A pesar de que los signos lanzados por el gobierno entrante son positivos, es importante no perder de vista que tanto el partido demócrata como el republicano constituyen “dos caras de la misma moneda”. Aunque tengan diferencias, responden a los mismos intereses económicos, como afirma Noam Chomsky.

Por otra parte, el espectáculo hollywoodense al que asistió el mundo entero en la toma de posesión, es una muestra del concierto orquestado por un imperio que se propone continuar ocupando ese sitio por mucho tiempo. A dos semanas del asalto violento al Capitolio, por los seguidores de Trump, aparece Biden ataviado de salvador del pueblo estadounidense. Rodeado por 25 mil miembros de la Guardia Civil y en medio de la actuación de Lady Gaga, Jennifer López y Garth Brooks, anunció que finalmente, “la democracia había prevalecido”.

A modo de bitácora, y antes de “lanzar las campanas al vuelo”, es importante recordar algunos detalles de la carrera política de Joe Biden. Se trata de una figura destacada en la política capitalista estadounidense con una trayectoria de casi 50 años. En 1972 es elegido por primera vez al Senado de Estados Unidos, por su estado natal Delaware, cargo que ocupará durante 36 años, antes de incorporse como vicepresidente al gobierno de Obama.

Durante casi dos décadas (1981-1997), Biden fue el demócrata que ocupó el mayor rango en el Senado, cuando los republicanos obtuvieron mayoría y nombraron como presidente del Senado al segregacionista de ultraderecha Strom Thurmond. En este período colaboró intensamente aprobando numerosas leyes que lo identifican como el principal defensor dentro del partido demócrata de las formas más brutales de represión, incluida, la pena capital.

En el gobierno de Obama, instrumentó las bases para el rescate de Wall Street a expensas de la clase trabajadora, impulsó las guerras en Libia, Siria, Irak y Afganistán. Biden es considerado uno de los impulsores centrales de la intervención en la ex Yugoslavia, asunto que describe en su autobiografía como uno de sus logros más importantes en política exterior. Quizá, poner en perspectiva la trayectoria del actual presidente de Estados Unidos contribuya a mesurar las expectativas sobre la democracia por venir.

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