El insólito y maravilloso legado de don Antonio Haghenbeck

Por lo pronto, el fallo que reconoce la validez del testamento es de gran significado. Según las cláusulas segunda y sexta del documento notarial de Don Antonio, “se instituye como única y universal heredera de todos sus bienes presentes y futuros, en la República Mexicana y en el extranjero, salvo los legados que más adelante instituye, a la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama, Institución de Asistencia Privada”.

La segunda cláusula también precisa que la Fundación deberá dedicar todos los productos de los bienes que herede a la ayuda en general de la fauna mexicana. Más aún, apunta que esa ayuda tendrá que dirigirse a mejorar los procedimientos para el sacrificio necesarios de los animales, comprendiendo a todos aquellos, tanto silvestres como domésticos, o los destinados al consumo o aprovechamiento humano, de tal suerte que se hagan de la manera menos cruel posible.

Para el efecto, la Fundación podrá servirse de la cooperación y ayuda de toda clase de organizaciones y asociaciones existentes, o de las que se creen en el futuro y que tengan fines similares a los constituidos por el testador, tales como clínicas veterinarias, escuelas de capacitación y para el buen trato de los animales. Podrá editar libros, folletos y publicaciones relacionadas con el tema de la protección de la fauna. Subraya la referida cláusula que “los bienes no podrán venderse, enajenarse ni hipotecarse”.

La sexta cláusula apunta que “los productos del patrimonio testado a favor de la heredera universal deberán aplicarse en ciento por ciento a la ayuda, protección y sacrificio sin sufrimiento de animales domésticos y silvestres. Los productos se obtendrán de las rentas, intereses, frutos y cualquier otro ingreso que se reciba de dichos bienes. Esa ayuda se dará a través de las instituciones ya creadas o de las que se constituyan en el futuro”.

Lo importante de todo esto –considera García Lezama- es el respeto a la voluntad del testador. Don Antonio dispuso que sus bienes se destinasen a la Fundación que había creado. “No sólo pensó en los ancianos y en la difusión de la cultura a través de los museos; también pensó en los animales que había que proteger del dolor y del mal sacrificio.

*La herencia en disputa

Los bienes heredados por la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama suman al menos 51 inmuebles (48 edificios, haciendas y un albergue para perros de 130 mil metros cuadrados en Cuajimalpa)

Pero diversos sobrinos-nietos, pretendieron impugnar el testamento estableciendo que Don Antonio había sufrido Alzheimer y que en tal virtud no estaba capacitado para testar. Después de ocho años de juicios, ya en el año 2000, de dos sentencias favorables emitidas por jueces de lo familiar, de cinco sentencias favorables de dos salas diferentes de lo familiar en el Tribunal Superior de Justicia, un colegiado en materia civil –que es la máxima autoridad en estas cuestiones- determinó la validez del testamento de manera irrefutable. “De tal suerte que ya no es impugnable y ha quedado declarada la Fundación como única y universal heredera de todos los bienes de Don Antonio.

Don Antonio falleció en 1991, a la edad de 89 años, quizá no se imaginó la ambición de sus parientes y de alguna manera ha permanecido insepulto durante los años de juicios, y lo más triste

de esta herencia humanitaria, sensible y bondadosa, que los que menos han recibido de su millonaria herencia, son los animales a los que tanto amó y quiso proteger, eso si me consta, que durante muchos años se le veía caminar por el enorme Parque Lira ( que era de su propiedad) rodeado de 20 o 30 perros callejeros que vivían con él en la Casa de la Bola (también de su propiedad) en ese parque Lira yo llevaba a mis perros a correr y ahí lo encontraba.

Tal parece que Don Antonio, no podrá descansar en paz.

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