Valentina Ramírez Avitia, mejor conocida como La Valentina, formó parte de las tropas maderistas donde alcanzó el grado de teniente tras la victoria en Culiacán.

El 22 de febrero de 1969, 10 años antes de morir, dio una entrevista al periodista Leopoldo Avilés Meza donde relató que “...en noviembre de 1910 me uní al grupo del general Iturbe pero vestida de hombre con el nombre de Juan Ramírez”. La Valentina nunca sacrificó sus trenzas, mismas que la delataron como mujer y provocaron su expulsión del regimiento. Por su participación en la lucha fue rechazada por su familia. Tuvo un matrimonio breve con un coronel y se vio obligada a pedir limosna hasta su muerte porque el gobierno mexicano se negó a pagarle la pensión militar que entregaba a los combatientes revolucionarios por el simple hecho de haber sido mujer. En los años sesentas un empresario mexicano decidió darle su nombre al producto que hoy conocemos como salsa Valentina como reconocimiento a esta mujer revolucionaria.

La historia de la Valentina es una de las tantas historia de valor de las mujeres de México que, igual que la suya, no forman parte de los libros de texto.

Las mexicanas hemos participado en todos los conflictos armados y políticos que han tenido lugar en nuestro país, sin embargo nuestra participación se refleja en la narración de la historia de la lucha como una nota al margen o un pie de página. No solo eso, desde el movimiento de independencia hasta la época post-revolucionaria, hemos tenido que exigir el reconocimiento de nuestros derechos a los mismos hombres con los que luchamos lado a lado.

En las Leyes de Reforma a las mujeres se nos consideró como personas incapaces que debían obediencia, primero al padre y luego al marido, como quedó ejemplificado en la epístola de Melchor Ocampo.

En la Constitución de 1917 se nos negó la ciudadanía plena al considerar los Constituyentes que las mujeres no tenemos capacidad de autonomía por lo que se nos negó el derecho al voto hasta el 13 de octubre de 1953. Y tuvieron que pasar 26 años, para que una mujer pudiera participar y ser elegida como gobernadora con la llegada de Griselda Álvarez en Colima, sin embargo a la fecha menos de 10 mujeres han gobernado estados de la república. Hoy solo Claudia Pavlovich y Claudia Sheinbaum gobiernan en México.

No se nos reconoció la igualdad jurídica hasta 1975, cuando entra en vigor la reforma al artículo 4o Constitucional. Sin embargo, en la 1a Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, celebrada en México, se nos negó la posibilidad de representarnos a nosotras mismas cuando el entonces presidente, Luis Echeverría, designó a Pedro Ojeda Paullada como el embajador de las mujeres.

Las mujeres hemos aportado de muchas diversas maneras a todos los movimientos que nos forjaron como nación, pero nuestra contribución ha sido excluida de la historia hasta casi desaparecerla.

Qué bueno que por lo menos el nombre de una se vea reflejado, aunque sea en una botella de salsa.

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