Días antes de su muerte, el exdelegado en Álvaro Obregón, Leonel Luna, envió a mi cuenta de Twitter varios mensajes directos:

“Hola buenas noches”.

“Tengo unos documentos para enviarle”.

“Exconvictos en vía pública en Álvaro Obregón”.

“Denuncian comerciantes”.

“¿Algún correo?”.

Se lo compartí. Pasaron unos días. Llegaron otros mensajes:

“Hola buenos días”.

“Ya enviado el correo”.

“Si faltan datos, me avisa Saludos”.

Revisé la información que acababa de enviarme. Había llegado desde una cuenta alterna, o tal vez desde la de algún colaborador, no lo sé bien. Le escribí para decirle que me hacía falta mayor información.

Contestó:

“Envío hoy”.

“Con gusto”.

Pero la nueva información nunca llegó. Luna murió la madrugada del domingo 14 de marzo en un supuesto accidente automovilístico. El dictamen de laFiscalía General de Justicia de la Ciudad de México indicó que el exdelegado conducía a exceso de velocidad y bajo los influjos del alcohol. Quedó prensado entre el asiento y el volante, con serias fracturas en tórax.

Los paramédicos lo hallaron aún con vida, pero no llegó a tiempo al hospital.

Varias personas que lo conocieron desconfiaron de aquel dictamen. “Leonel Luna no tomaba, ni en comidas”, declaró el dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano. “Leonel Luna no tomaba, era abstemio”, escribió la exdiputada Lía Limón.

Las redes sociales se encendieron con un tuit del exprocurador Ignacio Morales Lechuga, quien llamó la atención sobre un golpe ubicado en la parte trasera del auto del exdelegado. ¿Sería posible que otro automóvil lo hubiera embestido desde atrás, lanzándolo contra el muro de contención en el que el suyo se hizo pedazos?

Pregunté entre las autoridades capitalinas. Respondieron que no. Una fuente me compartió algunos de los mensajes de quienes habían analizado las cámaras de seguridad aquella madrugada: “Casi se estampa más atrás”. “Tal vez se quedó dormido”. “Se estampa solo, se ve en los videos que no trae ‘cola’”.

Salvador García Soto señalaba ayer en su columna que el video del impacto, sin embargo, no fue presentado por las autoridades. Al reunir los puntos oscuros del accidente, el periodista sugirió la posibilidad de que en la ciudad estuviera ocurriendo una “limpia”, de cara al proceso electoral.

Vuelvo a la información que Leonel Luna me envió. Indica que el ex director general de Gobierno de Álvaro Obregón, Erick Reyes León –“actual coordinador de la campaña de Layda Sansores en Campeche”–  había entregado los cargos más relevantes en Vía Pública a individuos “que forman parte de la banda del Maestrín”: entre ellos, los hermanos Pedro Cid Caballero, alias El Perris, y Mario Cid Caballero, alias La Sombra.

Maximino López, El Maestrín, fue el principal narcomenudista en Álvaro Obregón. Mantenía una guerra a muerte contra Jonathan Canchola, El LeninCanchola, y la perdió.

El 26 de noviembre de 2019 fue ejecutado al salir de una cena por los ocupantes de un Jetta blanco sin placas. Según la nuera de López, se trató de una agresión directa: dos hombres abrieron fuego en su contra, disparándole en el rostro y el tórax.

Agentes de investigación confirmaron más tarde su identidad, debido a los tatuajes que tenía en los brazos y el pecho: “Silvia, Maestrín y otra palabra no legible”, así como una imagen de Homero Simpson.

Unos días después, el encargado de reclutar a los sicarios del Maestrín “y de conducir los autos en los asuntos que él mandaba”, Fernando Urbán, El Cupper, murió en un enfrentamiento con la policía luego de ejecutar con seis tiros a un hombre ligado a la banda del Lenin (Jorge Arturo Carapia).

Según la información de Luna, al grupo del Maestrín estaban ligados El Perris y La Sombra. El primero estaba a cargo de controlar el comercio ambulante en “San Ángel, Guadalupe Inn, Pedregal de San Ángel, Av. Revolución, Av. Insurgentes y Eje 10; Av. Universidad y Barranca del Muerto”.

El segundo manejaba “Santa Lucía, Olivar del Conde, Alfonso XIII, Plateros, Periférico, Nonoalco, Barrio Norte y Centenario”.

Un tercer jefe de zona, Alberto Cortés Oceguera, alias Pokemón, estaba a cargo de “Observatorio, Av. Vasco de Quiroga (de la Cebada hasta Bellavista), Las Paralelas, Las Victorias, Unidad Santa Fe, Bellavista, Paraíso, Liberales de 1857. El Capulín y Av. Constituyentes”.

La información venía acompañada por unas fotos y un boletín emitido por el gobierno capitalino en agosto de 2019: anunciaba la detención de tres personas con “15 envoltorios de papel que contenían polvo color blanco con las características de la cocaína”, “una bolsa con logos de una marca comercial con un aproximado de un kilogramo de hierba verde parecida a la marihuana”, un arma de fuego con 10 cartuchos útiles y 14 mil pesos en efectivo.

Entre los detenidos aparecía Pedro Cid Caballero, alias El Perris.

De acuerdo con la ficha, luego de tener problemas judiciales porque en su domicilio se habían hallado drogas y armas,  El Sombra se hallaba viviendo “en la bodega de Vía Pública”, con “autorización del entonces director general de Gobierno, Erick Reyes León, y el actual director general de Gobierno, Juan Jorge Pérez Alcántara”.

Había también unas fotos de una camioneta blanca con varios impactos de bala en los cristales y en la carrocería. “Camioneta baleada en el enfrentamiento entre las bandas del Maestrín vs 3AD Los Malcriados”, se lee en el pie de foto.

Una nota de prensa informa que el 3 de agosto de 2019, dos hombres a bordo de una motoneta intentaron asesinar de un tiro a Pedro Cid Caballero, aunque este los alcanzó y embistió.

En redes sociales es posible localizar también una denuncia del 27 de enero de 2020, que informa que Cid Caballero y su familia “se pelean la colonia Olivar del Conde por la venta de drogas”. El tuit fue respondido por la cuenta de la Unidad de Contacto del secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch: “Compartimos información con @FiscalíaCDMX”.

Es muy posible que la muerte de Leonel Luna haya sido producto de un accidente. Su tarjeta revela, en todo caso, que el exdelegado recababa información delicada en los días anteriores a su muerte, sobre la crítica condición que priva en una alcaldía escandalosamente infiltrada por el crimen, la violencia y la corrupción.

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