El momento de elegir nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia está cerca. La Comisión de Justicia del Senado deberá seleccionar a sendos abogados quienes portarán la toga del máximo tribunal de la República en los próximos 15 años.

La capacidad de la Corte para determinar derechos y obligaciones de los mexicanos es innegable, basta mencionar casos tan controvertidos como el de Florence Cassez y el debido proceso, la liberación de un presunto culpable de la matanza de Acteal y la posibilidad de que un militar sea juzgado por un tribunal civil. Hoy más que nunca el Poder Judicial decide sobre los aspectos más importantes de este país en lo social, lo económico y lo político.

Es precisamente la relevancia e independencia del Poder Judicial la que debiera llevar a la Comisión de Justicia a revalorar el papel de los senadores que la integran en el proceso de selección de los próximos ministros de la corte.

Y es que las audiencias en el seno de la Comisión de Justicia para elegir a los ministros parecieran un simple trámite en una selección ya decidida de antemano. Es natural por supuesto, que la propuesta de un ministro venga previamente cabildeada por la Presidencia de la República con los distintos grupos legislativos representados en el Senado, pero a veces esto pareciera dejar sin opción a los legisladores para hacer un análisis y cuestionamiento de fondo sobre a quién elegir o no como ministro.

Aún estamos lejos de ver en las audiencias de las Comisiones, verdaderos exámenes sobre la ética y tendencias jurídicas, donde las exposiciones o antecedentes de quienes son postulados sean determinantes para su acceso a la Corte. Estoy seguro que a los integrantes de la Comisión no le serán desconocidas las complejas y arduas comparecencias ante el Senado de Estados Unidos donde muchas veces los postulados no han logrado superar las mismas al ser expuestas situaciones o actos incompatibles o éticamente cuestionables para ocupar el cargo.

Al respecto, me gustaría tomar algunas líneas de la audiencia de confirmación de la hoy ministro Kegan, ratificada en el Senado norteamericano para acceder a la Suprema Corte de aquel país.

El presidente del Comité de Justicia del Senado, Patrick J. Leahy en su posicionamiento inicial le pide a la señora Keagan que sea abierta y responsiva, asegurando también su independencia judicial tanto de la derecha como de la izquierda. Más adelante, recuerda a los nominados a la Corte que como jueces no son miembros de ninguna administración. Las cortes, continuó, no son subsidiarias de ningún partido político o grupo de interés y nuestros jueces no deben ser partidistas. Esto es sin duda, algo difícil de asimilar y más aún de llevar a la práctica en México, no sólo en la Corte sino en organismos constitucionales autónomos donde a los consejeros o comisionados les cuesta trabajo ejercer su tarea sin la atadura de quien los propuso, confundiendo el agradecimiento con la institucionalidad y la responsabilidad que conlleva el cargo.

En este sentido una pregunta fundamental que deben hacerse los senadores es qué tipo de ministros quieren para México. Qué perfiles pueden balancear el pleno de la Corte en cuanto a su trayectoria, ideología o experiencia previa en ciertos temas jurídicos de las ramas del derecho público o privado.

Sea quien sea que llegue, el objetivo debe siempre ser consolidar la separación del ejecutivo y ser un poder judicial auténticamente independiente como parece ya serlo. Que así sea en bien de México y que no se retroceda en el terreno ganado.

Abogado con maestría en Políticas Públicas

@maximilianogp

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