Durante este tiempo de pandemia, poco a poco y sin desearlo, se han ido gestando una serie de cambios en los usos y costumbres de las personas a partir de las recomendaciones que los expertos dan ante las condiciones que requiere hoy, dentro del distanciamiento, la convivencia con los demás. La verdad es que es triste y lamentable perdernos del contacto físico y de las expresiones de cortesía y urbanidad. Más aún, con el uso del cubre bocas, las elementales sonrisas que acompañan al saludo cuando dos personas coinciden en la acera, en pasillos o en espacios al aire libre para ejercitarse, no cumplen su propósito al no poder ser observadas. Al igual que  con la tecnología de la comunicación, lo más cercano sigue alejándose y nos coloca en un predicamento por su impacto negativo al reducir la interacción entre los seres humanos.

Lo peor de todo es que carecemos, al considerarlo como algo irrelevante en este momento, de alguna definición general de acciones de urbanidad cuando dos o más personas coinciden en algún lugar público sin llegar a formar algún conglomerado. Por naturaleza o conveniencia, consideramos que nosotros estamos bien y que solo los demás son un riesgo para un posible contagio. Decía que es algo que va ocurriendo sin desearlo, pero podría llegar a quedarse como algo muy negativo en las reglas de sana convivencia.

Esta imagen, juega a ejemplificar esto que hoy ocurre entre dos personas que apenas se conocen. Se tratan bien, pero las sombras parecen manifestar un rechazo que no hará bien a nadie, como una amenaza a la sombra de la pandemia. Ojalá y solo sea una mera percepción que no prospere y nos permita recuperar a manos llenas los gestos de amabilidad y cortesía que hacen tanta falta en la actualidad en el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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