El próximo primero de diciembre se cumplirá un año de que el presidente López Obrador inició su gestión como titular del poder ejecutivo mexicano. Este hecho nos obliga a reflexionar porque este lapso de tiempo si bien no es suficiente para dar resultados en algunos rubros, sí lo es para conocer el rumbo que el presidente ha trazado para el país y cuáles son sus prioridades.

Primero es importante resaltar que AMLO ganó con un amplio margen de votos que le dio una sólida legitimidad democrática, pero también una amplia mayoría en el Congreso de la Unión. Esto ha generado en el presidente y su partido Morena una gran soberbia que los ha llevado a 3 conclusiones: creen que el pueblo les extendió un cheque en blanco y que por tanto pueden hacer lo que les dé su gana, incluso violando derechos humanos, la Constitución y la ley.

También la soberbia del triunfo los ha llevado a pensar que ellos, especialmente el presidente, tienen el monopolio de la verdad y por tanto no tienen por qué escuchar a nadie más. No entienden el principio democrático que sostiene que, “los que ganan no ganan todo, y los que pierden no pierden todo”; que el diálogo es el instrumento de la política, y el oír todas las campanas es la herramienta para buscar la verdad.

Además, en su soberbia ideológica han establecido una visión y un discurso maniqueo con el que han dividido al país en buenos y malos, donde los buenos son ellos, por supuesto. Lo han polarizado entre fifís, conservadores, neoliberales y corruptos versus los impolutos, honestos, redentores y mesiánicos de la autodenominada Cuarta Trasformación.

Estas actitudes distintivas de la 4T se han reflejado en grandes errores y excesos al menos en 4 rubros: Estado de Derecho e instituciones democráticas; el ámbito político; el desempeño económico; y por supuesto, en la seguridad.

En el tema de Estado de derecho han pisoteado las leyes desde el presidente, el Poder Legislativo Federal, Congresos Estatales, algunos gobernadores y presidentes municipales de Morena sin ningún rubor. Y esto ha sido así porque para ellos la ley es selectiva y no les aplica porque ellos son buenos y tienen “una supremacía moral que busca el bien de los mexicanos más desprotegidos”.

También han decidido tomar el control de las instituciones democráticas para garantizar imponer su verdad de tal forma que sea irreversible, así lo ha dicho el propio presidente de la Republica. Obvia decir que, con esta visión en lo político, el objetivo ha sido debilitar a la oposición en sus posibilidades de competencia política, en lugar de ampliar los derechos políticos de los ciudadanos y fortalecer las instituciones republicanas y democráticas. El modelo que están buscando consolidar es el del control político centralizado en la persona del presidente.

En el ámbito económico en este primer año se ha mantenido la estabilidad, pero paralizaron al país, lo hicieron en la obra pública, en el campo y la pesca, en el sector de la vivienda económica y la construcción, entre otros. Y a su vez por su visión ideológica de lucha de clases satanizaron al sector empresarial generando gran desconfianza entre empresarios e inversionistas; además pendieron sobre ellos la espada de Damocles con los cambios a las leyes fiscales y contra el lavado de dinero y delincuencia organizada, dejándole a la autoridad una gran discrecionalidad para el abuso de poder.

Finalmente ha quedado en evidencia que no hay estrategia de seguridad, y que la improvisación y el simplismo han generado que este año sea uno de los más violentos, al tiempo que se postró al Estado Mexicano a los pies de la delincuencia organizada. La falta de estrategia de seguridad ha hecho válida la tesis del juez italiano Giovanni Falcone cuando decía: “la arrogancia de la mafia es directamente proporcional a la ausencia del Estado.”

Ingeniero industrial y empresario

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