De acuerdo al artículo 108 de la Constitución, se entiende como servidor público a toda aquella persona que, desempeña un empleo, cargo o comisión en la administración pública federal, entiéndase todas las secretarías de estado, así como sus órganos descentralizados. Sin duda, esta definición es clara, y pese a que la política es inseparable en el ejercicio del gobierno, es fundamental no confundirla con la actividad político partidista; pues los militantes son personas que en ejercicio de sus derechos se afilian libremente a un partido político, cuyo objetivo es la consecución del poder a diferencia de los servidores públicos que desempeñan una función estatal sin distingos.
Las obligaciones constitucionales y legales, tal parece que no les quedan claras a varios miembros de la 4T, pues día con día la opinión pública conoce de casos que dan cuenta de la violación reiterada y sistemática de la ley. Para muestra se puede apreciar el recién cambio en la oficina de representación de la Secretaría de Gobernación en Querétaro, dependencia que su objetivo es preservar la gobernabilidad democrática.
Sin embargo, “el compañero militante en carácter de representante” —como a veces engañosamente pretendía hacer pasar su personalidad Joaquín de la Lama, ex delegado de la SeGob, como si el cargo público fuera un traje que se cuelga cuando se sale de la oficina—, no entendió su función ni posición como servidor público, y se estrenó haciendo gala de desaseo, falta de formalidad y a veces hasta mala fe. En el tiempo que duró en el cargo hizo aseveraciones sin fundamento en materia de seguridad pública, realizó colectas de fondos privados para su cuenta personal, utilizó los recursos públicos a su disposición para fines partidistas como dar entrevistas en carácter de militante, consintió la permanencia de una grave irregularidad administrativa con la presencia de una aviadora; por si fuera poco, en pleno proceso electoral encabezó la marcha de protesta de un candidato de Morena no designado a la gubernatura, y la gota que derramó el vaso, misma que la valió el puesto, participó en una marcha en contra de una medida recaudatoria del gobierno del estado.
Es normal que en un partido falto de cuadros, sus militantes orgánicos carezcan de las capacidades y aptitudes para hacer frente a responsabilidades, pero ello no les da derecho a brincarse la ley ni a entender su posición a conveniencia. A partir del martes fue relevado por un ex priista que coincidió en el Senado en la LXII Legislatura con el actual Secretario de Gobernación, a ver si este hace honor a sus orígenes y aplica la máxima de la sana distancia.
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